Ayer, antes de una aventura para tomar el colectivo luego del Encuentro Regional con Jóvenes Radiomarianos, estuve charlando con un hermano de la casa padre Lamy*. Este hermano es bien conocido por sus consejos. Hablando de la oración me puso un ejemplo muy sencillo:
“¿Viste esos arboles que están ahí adelante?, cuando yo vine habían sido cortados al ras, ¡al ras! -recalcó-; pero a su tiempo volvieron a crecer, y ahora miralos! Eso pasó porque sus raíces eran fuertes y profundas”.
Este ejemplo todavía me hace pensar.. En cómo son mis raíces, en el tiempo que me toca vivir y en las ganas de vivir que tiene el mundo; pero sobre todo en la Gracia de Dios, que hace que aún el árbol mas lastimado y mas “cortado al ras”, a punto de desaparecer, pueda volver a vivir, sobre todo si tiene las raíces fuertes y profundas en Dios.
Cuantas veces juzgamos a nuestros hermanos por sus pocos frutos o por estar creciendo torcido o fuera de lugar, en vez de darles una mano o rezar por ellos para que puedan enraizarse bien. Cuantas veces perdemos la confianza en que DIOS PUEDE HACER NUEVAS TODAS LAS COSAS. Las nuestra y las de otros.. Siempre hay una segunda oportunidad. Siempre..
“Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto”.
Jn. 15,5
*“Casa padre Lamy” es un monasterio de los hermanos Servidores de Jesús y de María ubicada en la ciudad de Paraná, Entre Ríos.