La vida es como una orquesta, con diferentes músicos, instrumentos, etc. que evitan volverse un caos y convertirse en música gracias a que existe un director.
Si el director de nuestras vidas es Dios, siguiendo sus movimientos, como en una orquesta, todo puede convertirse en una obra maestra.
El protagonista, Andrei Filipov (Alexei Guskov), es un antiguo director de orquesta del Bolshoi que en la actualidad ejerce de limpiador en el mismo teatro. Las circunstancias le ofrecen la posibilidad de reconstruir su vieja orquesta. A su lado su amigo Sacha (Dimitri Nazarov) el violonchelista convertido en conductor de ambulancias, que le ayudará en esta peripecia en la que todo se va complicando desde lo grotesco a lo irónico, desde lo surrealista a lo poético. Lo extraño es que tienen que pedir la ayuda de su represor, Iván (Valeri Barinov), que treinta años antes, en la época de Brezhnev, suspendió este mismo concierto por la negativa de la orquesta y su director a expulsar a los músicos judíos. Como solista piden la colaboración de una joven violinista Anne-Marie quien tiene un extraño misterio que se irá develando poco a poco.
“Demuéstrame que sigues siendo mi “Maestro”y que dirigirás esta orquesta hasta el final del concierto. Hace 30 años que espero que suceda…”
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