Evangelio según San Juan 8,1-11

lunes, 16 de marzo de
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Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.

 

Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?”. Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: “El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”. E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: “Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?”. Ella le respondió: “Nadie, Señor”. “Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante”.

 

Palabra de Dios

 

 

 


P. Gustavo Gatto Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Villa María


Ya entrando en la última semana de Cuaresma a la puerta de Semana Santa.

Hoy compartimos un texto hermosisimo del evangelio de San Juan, un icono de la Misericordia del Señor. Allí se nota con atención profunda entre la mirada misericordiosa de Jesús y la mirada legalita de los Fariseos. Ésta mujer a quien Jesús le da dos frases importantes y mensajes para nosotros también: “Nadie la condena, todos somos pecadores, nadie nos condena, todos tenemos algo de pedir perdón.”

Desde esa mirada el Señor nos invita a acercarnos a Él y también acercarnos a los demás.

De una mirada de misericordia que nos ayuda a cambiar, que no nos deja como estamos, sin condenas y sin juicio.




Fuente: Radio María Argentina

 

Radio Maria Argentina