Jesús dijo a sus apóstoles:“No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada.Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra;y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió.
El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo.Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa”.
Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en las ciudades de la región.
Palabra de Dios
P. Gustavo Gatto Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Villa María
Comenzamos la Semana con Jesús. Cuantas enseñanzas nos da Jesús, algunas nos puede sonar raro, como que no vino a traer paz sino guerra, como así también que no hay que amar a la familia, pero nada de eso. Estas enseñanzas se resumen en que hay que poner a Jesús en el centro de nuestras vidas, lo más importante de la vida, que no debemos buscarnos a nosotros mismos sino entregarnos y servir. Que esa entrega a los demás, muchas veces nos puede traer algún problema, puede ser mal entendida, esa entrega a los demás que toca intereses de egoístas de otras personas.
Por eso, el Señor nos alienta, los alienta a que poniéndolo en el centro de nuestras vida nos entreguemos al Él y que la recompensa será grande.
Fuente: Radio María Argentina