Dichosa, en verdad, aquella a la que se le ha dado gozar de este sagrado banquete, y apegarse con todas las fibras del corazón a Aquelcuya belleza admiran sin cesar todos los bienaventurados ejércitos celestialescuyo amor enamora,cuya contemplación reanima,cuya benignidad llena, cuya suavidad colma, cuyo recuerdo ilumina suavemente, cuyo perfume hará revivir a los muertoscuya visión gloriosa hará dichososa todos los ciudadanos de la Jerusalén celestial.
Él es esplendor de lagloria eterna, reflejode la luz perpetua y espejo sin mancha.
Santa Clara de Asís