“¿Por qué quiero ser cura?”

miércoles, 14 de octubre de
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“Como el Padre me amó así yo los he amado: permanezcan en mi amor “ (Jn 15, 9)

Hoy mi vida transcurre día a día en la comunidad del seminario, mi casa, mi familia. Hace poco tiempo que ingrese y parece que hace años que estoy aquí. En este tiempo de oración y formación voy esclareciendo el llamado que Jesús me hizo hace tiempo, llamado a dejar todo para conocerme y conocerlo, para mostrarme todo su amor, para amar mejor y dejarme amar. Permanecer y estar con Él, que es humilde y manso de corazón.

En un momento de mi vida comencé a hacerme preguntas sobre cómo vivía o para qué vivía; si tenía sentido hacer tal o cual cosa. En fin, de qué manera valía la pena gastar la vida. Entonces buscando, comencé a participar en el grupo misionero Mensajeros de Jesús, y con ellos viajamos a misionar a la provincia de Salta. Allí entre los misioneros, la misa diaria, las visitas a las casas, las diferentes problemáticas sociales, Jesús se presentó en mi vida. Desde esos días nada fue igual. Yo no tenía una preparación previa, fui para ver de qué se trataba, y volví a Córdoba con el corazón lleno. Por esto me propuse conocer más a Jesús que habla en lo pequeño de la vida cotidiana e intentar seguirlo más radicalmente. Luego de estas experiencias de misión unas monjitas que viven en barrio Maldonado (conocido también como bajada San José), cerca del cementerio San Vicente, me invitaron a acompañarlas y a trabajar en la catequesis de comunión. Esto fue también para mí lo que me impulsó a comenzar un discernimiento con un sacerdote para ver si Jesús me llamaba a seguirlo como cura. No fue fácil tomar la decisión de entrar al Seminario. Implicó dejar un trabajo de muchos años, comodidades, seguridades, forma de vivir, pero sabía en quien ponía mi confianza, en Jesús el Buen Pastor.

¿Por qué quiero ser cura? Para estar cerca del que sufre, del que quiere construir el Reino de Dios, en la alegría y la paz que como ciudadanos necesitamos, sabiendo que Dios está siempre. Descubrir los dones que recibí poniéndolos al servicio de la Iglesia y del pueblo.

Jesús nos busca, nos llama desde cualquier lugar y como quiere, anímate a mirar, descubrir lo que Él tiene y sueña para vos, como hizo conmigo y con muchos otros y otras que hoy son testimonio de entrega y justicia al servicio de los más postergados de la sociedad. No tengan miedo a abrirse a otra forma de vivir.

Me encomiendo a sus oraciones y agradezco a todas las personas que me acercaron a Jesús.

 

 

 

Rodolfo Minciocchi

 

Oleada Joven