“Pues de la grandeza y hermosura de las criaturasse llega, por analogía, a contemplar a su Autor.”
(Sb 13:5)
Donde los astros iluminan el cielo,
donde el sol hace resplandecer los colores,
donde las flores se mueven al son de la brisa,
allí está Dios.
Donde el agua alimenta la vida,
donde el aire se transforma en suave caricia,
donde los ojos se pierden en la inmensidad,
Donde sin saber por qué se te esboza una sonrisa,
donde las palabras sobran,
donde el alma desborda de alegría,
Donde brotan cantos de alabanza,
donde la contemplación es la única respuesta,
en la hermosura de todo lo creado,
Allí está Dios, deleitándonos con la maravilla de su obra, aguardando ser descubierto, esperando que nos dejemos envolver y traspasar por su amor.
Y no es mucho lo que nos pide a cambio. Creo que una de las mayores gracias que se nos ha sido dada es precisamente el poder encontrarlo en las cosas más pequeñas, en esos regalos que la naturaleza diariamente nos da, sabiéndolos reflejo visible de la belleza de su Creador.
No los pasemos por alto, tomémonos un momento para contagiarnos de su armonía, para llenarnos de su paz…