Vos, como persona única, fuiste pensado desde antes de nacer.
Alguien te engendró, te tuvo en su vientre durante lo que parecieron ser largos meses.
Cambió su vida por tu presencia dentro suyo.
Te cuidó, te alimentó y te dio refugio mientras se iba creando tu cuerpecito hasta ser lo suficientemente grande como para salir.
Y te dio a luz.
Sus ojos llenos de lágrimas te contemplaron con un amor del que sólo ella es capaz.
Puede que sea ella quien se quedó, o alguien a quien haya dejado en su lugar, pero fuiste creciendo, y esa persona modulaba su boca para enseñarte a hablar, sostenía tus dos manitos a las suyas y te animaba a dar los primeros pasos.
Preparaba y llevaba con amor la comida a tu boca, te peinaba, cambiaba y arropaba, cerrando con un beso en la frente la noche de cada día.
¿Te acordás aquella vez que, jugando, te caíste y pequeño como eras viniste llorando a sus brazos?
¿Cómo con ternura sopló en tu herida y la curó, o te contó un chiste para ya no ver lágrimas en tus ojos, sino una sonrisa, con la que incluso los suyos se tranquilizaron?
¿Y cuándo, ya más grandecito, no sabías cómo resolver la tarea y con paciencia, se sentó a tu lado y te explicó de la forma en que nadie lo ha hecho, para que pudieras entender?
A medida que crecías, aprendías de su parte educación, respeto, amor.
Y te ibas formando.
Tenías una forma diferente de ver a tu familia, a tus amigos, diferentes prioridades.
Tu relación con ella cambió.
Quizá se convirtió en una persona confidente y una gran amiga, una guía, una cómplice de tus planes.
Compartió con vos tus logros en el colegio, o tus clases de baile, o tus actividades deportivas.
¿Recordás cada charla, cada consejo, cada abrazo sanador?
¿O cada reto, llamada de atención o castigo, que seguramente te ayudaron a crecer?
O quizá te alejaste un poco por diferentes circunstancias…
Traé cada uno de estos momentos a tu corazón sin miedos, sinceramente.
¿Cómo fue tu rol como hijo? ¿Qué regalaste a quien es tu Madre hoy?
Tu Mamá, no importa en qué persona se haya presentado, es quien con certeza te regaló más amor, en toda tu vida.
María fundó su corazón en ella, para que te transmita su ternura, su paz, su sencillez, para que te proteja y te guíe en tu andar.
Pensá en aquello que hace mucho no le regalás, o que sabés que necesita, y como María, guardalo en tu corazón.
Cuando llegues a casa, entregáselo, dale ese gesto que refleje tu amor por ella, en respuesta al infinito que tiene por vos.
Fuiste llamado por María a ser el corazón y el pulmón de esta misión.
El inmenso poder de amor que todo lo vence, nos encenderá por una hoguera de amor.
¡Gracias Madre, por haberte quedado entre nosotros!
¡Gracias por todas las bendiciones que se derramaron y se derramarán a través tuyo!
¡Gracias por la fortaleza que nos regalaste como hijos tuyos, que te reconocemos como Madre y que contigo peregrinamos por este mundo hacia el encuentro con el Padre!