Cuando estamos tristes, angustiados o tenemos un problema ¿nos animamos a compartirlo? ¿o lo guardamos para nosotros? Esta película nos muestra como estos pueden ser más soportables si nos animamos a llevarlos acompañados, si en vez de intentar ocultarnos nos apoyamos entre hermanos. Porque como dice el Padre Mamerto Menapace, compartiéndolas, las alegrías se agrandan y las penas se achican.
Finbar McBride es un hombre con síndrome de enanismo, cuando su mejor y casi único amigo muere, sufre una crisis y decide buscar un lugar nuevo donde vivir ya que dice estar ofuscado por la mirada e incomprensión de la gente de la ciudad.
Finbar ama los trenes y por esto buscara refugiarse en esta pasión mudándose en una vieja estación ferroviaria de Nueva Jersey.
Durante su estadía, Finbar se va relacionando con los curiosos habitantes de la casi desértica zona. Especialmente con Olivia Harris, una artista venida a menos que intenta olvidar la trágica muerte de su hijo.
En ese lejano lugar todos parecen tener algo en común, el dolor y la soledad, que se hará más ameno al pasar de los días y la cercanía. Pronto aquellos pocos habitantes terminaran compartiendo más de lo que creían, sus penas, sueños e historias.
“Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan. Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican. Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón. Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro.”
Mamerto Menapace
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