“Dios me fue guiando al lugar que pertenezco”

jueves, 21 de enero de
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Mi nombre es Fermín Aznárez, tengo 23 años, soy de Montevideo y actualmente soy novicio Carmelita Descalzo. También quería compartirles que desde el año pasado al inicio del noviciado tengo un nuevo nombre religioso que es Fermín José de la Inmaculada, siguiendo la tradición en la que los religiosos solían cambiarse de nombre que simbolizaba el comienzo de una vida nueva. Pero ya que ahora esto no es posible por los problemas de trámites y esas cosas que se generan a nivel cívil, entones tan sólo nos agregamos un “apellido religioso”.

Al principio dije que actualmente soy novicio, y es verdad, pero por poco tiempo, ya que el próximo sábado 23 de enero, junto con Joaquín Lestido, vamos a realizar nuestra primera profesión. ¿Qué quiere decir esto de la profesión? Quiere decir que hacemos profesión pública de los votos de pobreza, castidad y obediencia con los que queremos manifestar y vivir nuestra consagración total a Dios. Por eso nos entregamos a Dios para que sea Él nuestra principal riqueza, la principal fuente y origen de nuestro amor, y por último que sea Él el que guíe nuestra vida según su voluntad. Claro que es el ideal y deseo de todo cristiano, pero simplemente que nosotros nos proponemos vivirlo con mayor radicalidad.

Y por otro lado esta opción de vida la queremos vivir dentro de una familia que pertenece a la gran familia de la Iglesia: el Carmelo Descalzo. Familia que tiene una Madre (fundadora) a Santa Teresa de Jesús, como Padre (primer Fraile Carmelita Descalzo) a San Juan de la Cruz, como patrona y modelo de vida a la Virgen del Carmen, y el gran número de hermanos que seguimos naciendo en esta gran familia de más de 5 siglos de historia.

 

Habiendo presentado a esta mi nueva familia, quería compartirles como llegué al Carmelo, como conocí a esta familia y que me llevó a optar por consagrarme a Dios en ésta y no en otra familia religiosa. Fue todo un proceso, en el que poco a poco Dios me fue guiando al lugar que tenía preparado para mí, al lugar donde pertenezco. Es que cuando comencé a cuestionarme de si no sería que Dios me estaba llamando a mí para ser sacerdote, enseguida lo compartí con un sacerdote muy amigo, porque tenía claro que mi felicidad estaba en hacer la voluntad de Dios, pero no sabía que quería Dios para conmigo. Por eso busqué ayuda con este sacerdote y empecé con él un proceso de discernimiento, en el que uno se va conociendo más a uno mismo y el sacerdote te ayuda a descubrir que es lo que Dios va obrando en vos y que es lo que te va pidiendo. Pero pocos meses después de empezar a charlar con este sacerdote amigo, Dios se encargó de que conociera a Gustavo Larrique, sacerdote uruguayo, Carmelita Descalzo que vive en el Prado y trabaja en el Proyecto Renacer.

 

Realmente fue un regalo que Dios haya puesto a Gustavo en mi camino porque de no ser así no hubiese conocido a la familia del Carmelo. Como digo fue en un proceso con Él, de aproximadamente año y medio, en el que poco a poco fui conociendo más a los Carmelitas y comencé a identificarme con varios aspectos esenciales de su estilo de vida. Por ejemplo la devoción a la Virgen María, la importancia y dedicación a la oración, la fraternidad y hermandad con que se vive en cada comunidad, realmente como una familia, el servir a la Iglesia, y por último la imagen de Dios que me transmitían, de un Dios realmente Padre, cercano, misericordioso y que es puro amor.

En fin, para no ser más largo, esto fue en gran parte lo que me llevó a estar hoy donde estoy, con el deseo de entregarle a Dios mi vida en un SÍ definitivo, cotidiano, y sobre todo confiado en que Él nunca me abandonará, y que por más que sé que el proyecto de vida que elegí no es fácil, y sé que seguramente meta la pata varias veces, aún así, por mucho que la embarre Él siempre triunfa.

 

Fuente: Vicariato Regional Uruguay-Bolivia-Paraguay

 

Oleada Joven