Peregrinar

jueves, 28 de enero de
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¡La vida es peregrinación!

 

Llama la atención esta definición porque es sencilla, clara y elocuente.

 

Habla de camino, cansancio, parada, encuentro, compartir y, sobre todo, de meta.

 

¿Quién alguna vez no presenció alguna peregrinación a un lugar sagrado? Hay personas que deciden caminar día entero, toda una noche y hasta varios días. ¿Locos? Sí. No. Puede ser… Lo que a simple vista se ve es que son personas que interiormente las mueve un fin. Tienen, la mayor parte de ellas, una razón y un para qué: una promesa, una intención particular, tener más fe en la vida, más confianza, y llegar…

 

Hay una frase muy conocida del filósofo Nietzsche, que la toma el Dr. Viktor Frankl, que dice: “quien tiene un por qué vivir, es capaz de soportar casi cualquier como”.

 

La vida es peregrinación porque tenemos un fin y nos aguarda una meta.

 

Aún así, no está exenta de dificultades. Mientras nos dirigimos hacia ella nos asaltan los cansancios propios del camino; nos obligan a parar, a replantearnos el cómo caminar y a pedir ayuda, ya que “solos”, no podemos caminar.

 

Lo contrario a la peregrinación es deambular, que según el diccionario de la Real Academia Española significa: andar, caminar sin dirección determinada. Y esto sí cansa; es factor de mucho estrés, de tristeza, angustia y sin sentido.

 

Jesús se ofreció como “El camino”, se hizo camino para conducirnos a la Verdad y a la Vida plena.

 

Hoy, también hace camino con nosotros para que reforcemos nuestra vocación de caminantes y peregrinos, para que no nos sentemos en las sillas cómodas con que la sociedad nos tienta, y para que no desistamos de luchar por un mundo más justo y más fraterno.

 

Con Él, elegimos la vida. ¡Elegimos la peregrinación!

 

 

 

Padre Juan Pablo Roldán, Misionero Redentorista

 

Mili Ortiz