Érase una vez que tres cristianos estaban en el mar de Tiberíades. Uno dijo: «De tener nosotros la fe del Maestro haríamos lo que que Él. Caminaríamos por las aguas». «¡Tenemos que intentarlo!» dijo el segundo. El tercero asintió.
Entró el primero en el mar y se hundió inmediatamente, lo que provocó la risa de carcajada del segundo. Éste entró, se hundió solo al principio un poco, pero llegó a la otra orilla. Lo mismo hizo el tercero.
Del otro lado le dijo el segundo entre risas todavía al tercero: «tendríamos que haberle dicho al primero que camine por las piedras…» «¿Qué piedras..?» le respondió con contundencia el tercero.
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