Los cielos nos espantan: están demasiado serenos;en todo el universo no hay lugar para nosotros.Nos duelen nuestras heridas ¿dónde hallaremos el bálsamo?Señor Jesús, por tus llagas pedimos tu misericordia.
Si, estando cerradas las puertas, te acercas a nosotros,no has de hacer sino mostrar las manos, ese costado tuyo.Hoy día sabemos lo que son las heridas, no temas;muéstranos tus llagas, conocemos la contraseña.
Los otros dioses eran fuertes; pero tú eres débil;cabalgaban, mas tú tropezaste en un trono;pero a nuestras heridas, sólo las heridas de Dios pueden hablarles,y no hay Dios alguno que tenga heridas,ninguno más que tú.
Edward Shillito