Evangelio según San Juan 21,15-19

martes, 10 de mayo de
image_pdfimage_print

 

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”. El le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”.

 

Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. El le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas.

 

Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”. De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: “Sígueme”.

 

Palabra de Dios

 

 

 

 


 

P. Nicolás Retes sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

 

 

 

El diálogo que se da entre Pedro y Jesús también podría ser entre Jesús y nosotros porque «¿me amas más que a estos?» es una pregunta que cada uno de nosotros debiera hacerse cotidianamente, qué amor tenemos por Jesús.

 

En esta triple pregunta que nos presenta el texto del evangelio, hoy viernes 13 de mayo, nos sugiere claramente que tenemos que revisar cómo está ese amor con Jesús: ¿lo queremos realmente, nos jugamos por Él? el Señor nos pide gestos concretos: «apacienten mis ovejas» cuídenlas, cuidar a todo a quien tenemos al lado, a todo aquel que pasa por delante de nuestra vida es nuestra misión.

 

¿Me querés? te pregunta hoy Jesús, qué respuesta le das vos, que estás escuchando Oleada joven. ¿Me querés? pregunta Jesús.

 

La respuesta es sin duda, si lo queremos a Jesús, lo vamos a seguir.

 

«Sígueme» termina el texto del evangelio de hoy, un evangelio vocacional que nos invita a descubrir qué quiere Dios para nuestra vida y siguiendolo a Él sin dudas que vamos a tener alegría, plenitud, felicidad. Sólo Él puede llenar nuestros corazones con su entusiasmo, con su gracia, con ese gusto por la vida, jugarnos todos los días por las cosas que creemos, por aquellos valores del evangelio tratar de plasmarlos en el mundo de hoy, en los diversos lugares donde nos movemos: familia, casa, escuela, universidad, parroquia, movimientos.

 

«Señor, tú lo sabes todo» contesta Pedro, «sabes que te quiero». Y el texto también termina diciendo que va a ocurrir más adelante: «Te aseguro que cuando eras joven tu mismo te vestías e ibas a donde querías, pero cuando seas más grande»…viejo ya más dócil todavía hay que ser, siempre me viene al corazón la vida del cura Brochero, un hombre ta activo y tan conocido en Córdoba y en todo el país, un misionero de pura cepa, un sacerdote con olor a oveja diría el Papa Francisco, que se jugó por el pueblo de Dios en todo momento, cómo termina: una vida pobre, humilde, y ya enfermo de miasis, lepra también tenía aquel cura Brochero y sin embargo casi ciego dócil a la Palabra de Dios seguía celebrando la misa a la virgen María todos los días, que ya conocía de memoria porque no veía. Así es que estas vidas entregadas a Dios, y en este caso estamos hablando del beato Brochero, ya casi santo, recordemos el Papa Francisco lo va a canonizar el 16 de octubre, va a ser una fiesta para toda la iglesia, bueno ahí tenemos un ejemplo concreto, cercano, bien argentino, como alguien que se entrega al extremo, miren como se termina, realmente es necesario cargar la cruz todos los días para poder llegar a Jesús. Pero esa entrega no es infecunda, al contrario, es muy fecunda, da frutos: sus esfuerzo, sus sacrificios, Dios los transforma siempre.

 

Pidamosle al Señor la gracia de que podamos utilizar ese amor que Él nos ha regalado, con el cual hemos sido queridos eternamente, ese amor eterno lo podamos transformar en obras de caridad aquí todos los días.

 

 

Radio Maria Argentina