Evangelio según San Marcos 11, 11-26

jueves, 26 de mayo de
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Jesús llegó a Jerusalén y fue al Templo; y después de observarlo todo, como ya era tarde, salió con los Doce hacia Betania.Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre. Al divisar de lejos una higuera cubierta de hojas, se acercó para ver si encontraba algún fruto, pero no había más que hojas; porque no era la época de los higos.

 

Dirigiéndose a la higuera, le dijo: “Que nadie más coma de tus frutos”. Y sus discípulos lo oyeron. Cuando llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el Templo y comenzó a echar a los que vendían y compraban en él. Derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas, y prohibió que transportaran cargas por el Templo.

 

Y les enseñaba: “¿Acaso no está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones”. Cuando se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas, buscaban la forma de matarlo, porque le tenían miedo, ya que todo el pueblo estaba maravillado de su enseñanza. Al caer la tarde, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad.

 

A la mañana siguiente, al pasar otra vez, vieron que la higuera se había secado de raíz. Pedro, acordándose, dijo a Jesús: “Maestro, la higuera que has maldecido se ha secado”. Jesús le respondió: “Tengan fe en Dios. Porque yo les aseguro que si alguien dice a esta montaña: ‘Retírate de ahí y arrójate al mar’, sin vacilar en su interior, sino creyendo que sucederá lo que dice, lo conseguirá. Por eso les digo: Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán.

 

Y cuando ustedes se pongan de pie para orar, si tienen algo en contra de alguien, perdónenlo, y el Padre que está en el cielo les perdonará también sus faltas”. Pero si no perdonan, tampoco el Padre que está en el cielo los perdonará a ustedes.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 

 

 


 

P. Nicolás Retes Sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

 

 

Han convertido la casa de mi Padre, dice Jesús, en una cueva de ladrones. Tenemos que cuidar, queridos hermanos de Oleada joven, nuestro corazón, nuestro corazón para que no se convierta en una cueva de ladrones; la casa del Padre no es solamente el templo, cada uno de nosotros somos templo del Espíritu Santo y es importante estar permanentemente custodiando a través de la Palabra de Dios, a través de las oraciones que hacemos todos los días, a través de los sacramentos, nuestra casa interior, el recinto donde Dios habla, la conciencia, que no se convierta en una cueva de ladrones, como esto es difícil Jesús sin duda dice “tengan fe en Dios” y comienza a hablar entonces de la oración: “cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán”, nuestra insistencia permanente de hablar con el Padre, de tener confianza con Él, de contarle nuestros proyectos, nuestros problemas, nuestras dificultades para que Él nos pueda no solamente escuchar sino también dar la fuerza de su espíritu para seguir adelante, no bajar los brazos, seguir anunciando la Palabra de Dios.

 

“Convertido en una cueva de ladrones”, el templo que tiene que ser para alabarlo a Dios.No nos escandalicemos al escuchar estas palabras tan duras porque en el fondo nos podría pasar en el interior, en el interior de cada uno de nosotros, esta actitud humilde de custodiar, de mirar cómo estamos sembrando, cómo estamos creciendo con la ayuda de Dios.

 

“Tengan fe en Dios” nos dice Jesús.

 

 

Radio Maria Argentina