Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña en el campo”.
El les respondió: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!
Palabra de Dios
P. Gustavo Gatto Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Villa María
Hola querido amigo y amiga de la Radio María, de la Oleada. Hoy celebramos la fiesta de Joaquín y Ana que según la tradición son los papas de la Virgen María, es decir los abuelos de Jesús. Esta tradición está tomada de un texto de la época, de un Evangelio que no es canónico pero que nos da esta tradición, este aporte, el evangelio, el propio evangelio de Santiago. Hoy entonces queremos celebrar el día del abuelo, dar gracias al Señor por nuestras familias, y nos queremos quedar con un pedacito de la primer lectura del libro del eclesiástico que dice “Elogiemos a los hombres ilustres, a los antepasados, cuyas obras de justicia no han sido olvidadas”.
Quiero invitarte a que hagamos como un elogio, como un reconocimiento de nuestros próceres; pero no me estoy refiriendo a los próceres públicos, los próceres de la patria, los que estudiamos en la escuela sino nuestros próceres cotidianos, nuestros próceres anónimos, aquellos que van marcando nuestra vida en el silencio, van marcando nuestra vida en la sencillez, van marcando en nuestra vida en los valores, en el trabajo, en los momentos compartidos, en una caricia, en un caramelo dado con amor, en un reto también dado en el momento justo… a diario que fueron como marcando nuestra vida, que son los que nos van como dando nuestra identidad, que nos dieron la fe, que nos pasaron la fe, que nos pasaron el amor a Jesús. Hoy representado en el icono de nuestros abuelos, pero también podemos pensar en nuestros padres, podemos pensar en algún catequista, en algún maestro, en algún vecino, en alguna persona que para nosotros es un prócer, un prócer de lo cotidiano.
Hoy queremos en la figura de estos abuelos de Jesús, queremos darle gracias a Dios, porque Dios también nos va cuidando a través de personas que nos enseñan a vivir la vida y que nos enseñan a vivirlo desde la fe.