Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?”.El respondió: “¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne?
De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”. Le replicaron: “Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?”.
El les dijo: “Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio”.
Los discípulos le dijeron: “Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse”.Y él les respondió: “No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!”.
Palabra de Dios
P. Nicolás Retes Sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires, colabora en el equipo de Pastoral vocacional Buenos Aires y en la UNC
Este evangelio tomado del capítulo 19 de Mateo nos presenta un tema muy actual: el divorcio, o si lo queremos presentar en positivo, el matrimonio. Lo que ocurre es que la pregunta viene justamente por la separación, pero no habría separaciones si realmente el corazón humano fuera más estable, si el corazón humano se tomara el tiempo de conocer bien a la otra parte, se trata de aquí de un proyecto de vida en conjunto, ya no de una sola persona sino de dos partes, que acuerdan no simplemente como un contrato vivir juntos, sino que realmente son llamados por Dios, hay una vocación de fondo, muy profunda, que es la vocación matrimonial.
Cuando este lenguaje se entiende, como termina diciendo el evangelio que acabamos de escuchar, la vida de las personas es distinta, porque realmente se sienten llamadas por Dios a algo más grande,se sienten convocadas por Dios para vivir el proyecto que Él les ha regalado.
Y así pensemos en la vocación que tiene cada uno, si la hemos descubierto ya, justamente Dios de a poquito nos va hablando al corazón y nos muestra cual es el camino que tenemos que seguir. Por supuesto que tenemos que estar atentos a todos los signos que nos presenta la vida, porque allí, en ese sentir,en esa situación de cada uno de nosotros frente a los acontecimientos de la vida podemos discernir, podemos darnos cuenta que nos quiere decir Dios.
La palabra de Dios es un gran elemento, una gran herramienta, para poder darnos cuenta lo que nos pide Dios, cuál es su voluntad. En el caso concreto del matrimonio, aquí habrá que tener la experiencia de compartir con otra persona e ir conociendola de a poco, sin apresurarse, sin quemar etapas y cuando este proceso se hace bien hay mucha más garantía de que esto pueda dar fruto y fruto abundante. La riqueza que tiene el sacramento del matrimonio como lo tienen también el resto de las vocaciones, a la vida consagrada, la vida sacerdotal, todos estos estados de vida se pide la fidelidad, la fidelidad que es debida a Dios teniendo en cuenta que sólo Dios es fiel, que sólo Él realmente nos sostiene con su gracia.
Por eso es una apasionante aventura, es una invitación a dejarse enamorar el corazón por Dios,en el caso del matrimonio es más apasionante todavía desde el punto e vista que ya no es una sola persona sino son dos las que trabajan en conjunto por esta vocación, por este proyecto de vida que es de a dos.
El texto dirá que ya no son dos sino que son uno también, una sola carne “que el hombre no separe lo que Dios ha unido” es tan fuerte este lazo de amor que Dios nos regala que nos invita realmente a la verdadera fidelidad. Esto se puede lograr, se puede obtener claramente solo con la gracia de Dios. Nuestros esfuerzos son valiosos pero si falta esa bendición, ese don de Dios esto no es posible.
Pidamos al Señor la gracia de revalorizar el sacramento del matrimonio, tomar conciencia de la importancia que tiene,recemos especialmente en este viernes por todas las familias.