¡Nos hace tanto bien volver a Dios cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante
«Señor, me he dejado engañar,de mil maneras escapé de tu amor,pero aquí estoy,estoy otra vez para renovarmi alianza contigo.
Te necesito.Rescátame de nuevo, Señor,acéptame una vez másentre tus brazos, esos brazos redentores»
Papa Francisco