«Dios siem­pre cuida de sus cria­tu­ras, pero lo hace a través de los hom­bres» Santa Madre Teresa de Cal­cuta.

viernes, 9 de septiembre de
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Antonia nos cuenta como estas palabras de Santa Madre Teresa se han hecho carne en su misión en el Punto Corazón de Honduras:

 

Me sor­pren­dió estos días cómo en varias situa­cio­nes que pare­cían total­mente oscu­ras y sin salida, de a poquito, del lugar menos pen­sado fue apa­re­ciendo una luz, una solu­ción. Dios fue moviendo los cora­zo­nes de varias per­so­nas para que qui­sie­ran com­pro­me­terse en el bien de alguien.

 

Por ejem­plo, una mañana llegó una vecina a con­tar­nos que ese día había caído presa la hija de M., que M. estaba inter­nada en el Hos­pi­tal, y que su nieta de dos años estaba espe­rando en la comi­sa­ría que algún fami­liar la reti­rara, porque de lo con­tra­rio, si nadie la reti­raba en las siguien­tes tres horas, la iban a ingre­sar en un ins­ti­tuto del cual des­pués es bas­tante difí­cil sacar a los niños.

 

M. es una señora que cada tanto viene a nues­tra casa a char­lar y a buscar unos reme­dios que una orga­ni­za­ción nos deja a noso­tros para que se los haga­mos llegar a ella. Nadie sabía cómo era su direc­ción, sólo tenía­mos unas pocas refe­ren­cias.

 

Pero con la vecina y sus hijos nos pusi­mos en movi­miento para tratar de que esta chi­quita fuera sacada de la comi­sa­ría. Salie­ron unos a buscar al posi­ble padre cono­ciendo sólo su cara, lla­ma­mos al hos­pi­tal, donde decían que no estaba inter­nada y que sólo había ido a con­sulta, fuimos a tratar de encon­trar su casa, pero nada. Tocando puer­tas y más puer­tas la gente se iba invo­lu­crando, nos decía que pro­bá­ra­mos por allá, más acá… Uno sabía que en tal casa vivía una M…Pero era otra. Otro había visto alguien de esas carac­te­rís­ti­cas en aque­lla cuadra…Pero no.

 

Hasta que final­mente en una de las casas donde gol­pea­mos nos aten­dió un hombre que dijo cono­cerle, y que cono­cía tam­bién a los otros abue­los de la bebé. Le con­ta­mos la situa­ción y él pudo hablar con ellos, y la chi­quita fue reti­rada justo a tiempo. Fue muy lindo ver toda la gente que se con­mo­vió y aportó su gra­nito de arena para ayudar a esta chi­quita que casi no conocíamos, de una manera total­mente desin­te­re­sada y gra­tuita.

 

 

Puntos Corazón