En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron llenos de gozo y dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”. El les dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”.
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: “¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!”.
Palabra de Dios
P. Gustavo Gatto Asesor de la Pastoral de la Diócesis de Villa María
El evangelio de Lucas nos cuenta hoy, la reacción de Jesús ante la alegría de sus misioneros que vuelven llenos de entusiasmo por haber actuado en nombre del Señor.
Jesús lo ayuda a discernir que la mayor alegría no es tanto las obras que realizan sino, que atravez de la misión sus nombres están inscriptos en el cielo. Y es necesario tener siempre un corazón sencillo y humilde para recibir los secretos de Dios y para que se nos anuncié el secreto de Dios.
Dios se manifiesta y habla a los sencillos de corazón y oculta su mensaje a los soberbios ya que ellos no lo escuchan porque tienen un corazón satisfecho de si mismos. La alegría de la misión, la alegría del camino de la pequeňes para encontrarnos con los secretos de Dios. ¡Que tengas un hermoso fin de semana!