Una maestra ayudó a su alumno a alcanzar su sueño

viernes, 21 de octubre de
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Nicasio tiene 29 años, es chaqueño, pertenece a la comunidad Wichí y desde este miércoles es enfermero de la Cruz Roja. Vivió casi toda su vida en medio del Impenetrable. Un territorio invisible para muchos, pero no para su primera maestra, Mónica Zidarich, la que hace 20 años le enseñó a leer y a escribir.  

 

“Por convicción humanitaria y por mi formación católica, decidí junto a mi familia en ese tiempo ofrecer mi vida y lo que sabía a los más necesitados. Allí aprendí Wichí y comenzamos a alfabetizarlos, tanto en la escritura de su lengua, como en el castellano”, cuenta Mónica, una apasionada docente cordobesa. “Dábamos clases, trabajábamos con la comunidad y de modo natural transcurría nuestra vida”, detalla, sin olvidar que en 20 años allí fue mamá de 5 hijos.  En 2006 regresó a Córdoba. 

 

“Nicasio era uno de mis alumnos allá en Chaco. Nos buscó por Facebook y comenzamos a mantener conversaciones. Me pedía consejos, charlábamos mucho y siempre me repetía que quería seguir estudiando”, dice. Él compartía su deseo de ser enfermero –y como no había posibilidades de ese estudio allá – ella buscaba convencerlo de ser maestro, vocación que tenía mejores oportunidades en Chaco. 

 

Pero ese fuego sagrado parecía no ceder ante la imposibilidad. “Comprendí que no se iba a apagar eso de adentro, sino que me tenía que comprometer y ofrecerle venir a estudiar a mi casa”, resume Mónica.

 

Ahora rememora el momento y no niega que fue algo “lanzada” la propuesta. Con cinco hijos y Nicasio sin haber salido nunca del Impenetrable, para muchos fue una “verdadera locura”. 

 

 

Sueños y convicciones

 

“Estoy tan feliz. No puedo explicar mucho, me parece increíble”. Eso dice Nicasio López al diario cordobés Día a Día luego de recibir su título de Técnico Superior en Enfermería. Este miércoles, además, juró como el primer Wichí en la Cruz Roja de Córdoba. 

 

Hombre de pocas palabras y ojos húmedos dice: “Esto era imposible. Lo tenía como inalcanzable, pero gracias a Mónica y a su familia lo conseguí, pude lograrlo”. 

 

Nicasio y Débora.

 

Hace 4 años que Nicasio vive en Córdoba y registra que fue difícil acostumbrarse, pero con decisión ya lo disfruta: “Fue extraño acostumbrarme a los tiempos, la ciudad y sus modos. También a la gente, que no me creía que era de un pueblo originario”, menciona delatando con gracia y sin enojo el prejuicio generalizado: “Todos piensan que tenemos plumas y ropa tipo Hollywood”.

 

 

Puentes culturales

 

Nicasio nació y se educó en “El Sauzalito”, en medio de la naturaleza, a 600 kilómetros de Resistencia. Su mamá, que está muy orgullosa, es sordomuda y aún tiene un hermano allá. Su infancia y los tiempos compartidos con su amada maestra quedaron indelebles: “Recuerdo años muy lindos, recibimos de ella mucho amor. Nunca nos discriminada y nos animaba a vernos como somos y aceptarnos. Nos hacía sentir felices y amados”, describe. 

 

Enfatiza que la comprometida Mónica “fue muy importante para la comunidad y entendió que necesitábamos hablar la misma lengua para poder aprender”.

 

Criado en una familia de agricultores y artesanos, Nicasio se dedicaba a hacer changas para ayudar en su casa, pero su corazón anhelaba seguir estudiando. Hoy con un título bajo el brazo desea crecer, ahora busca recibirse de médico. 

 

Y mientras más conocemos más entendemos, eso que ardía en su interior era reflejo de una dura historia: “Siempre quise hacer algo, sanar y curar. Mi mamá perdió a un bebé en mi pueblo y fue por causas que podrían haberse evitado”, devela. 

 

 

Volver y ayudar

 

Este flamante enfermero Wichí reafirma su identidad en sus planes y proyectos. Quiere avanzar con los estudios y volver a su tierra. “Yo sé que este es un piso y estoy convencido que puedo lograrlo”, dispara, con la certeza de que ahora nada le será impedido. 

 

Abrir la puerta

 

Y abajo del escenario para abrazarlo y felicitarlo por el logro está Mónica y sus hijos, que disfrutan de Nicasio como un hermano más. “Yo sentía que él estaba en riesgo y abrí la puerta para que viniese. Pero esto es la síntesis de su esfuerzo y la oportunidad, ojala muchos más se animen a estas locuras”, desafía ella. 

 

La mira, la escucha y sonríe. La abraza con fuerza. Es que este flamante enfermero, sabe que su primera maestra le abrió el mundo y entregándolo todo, avivó ese fuego de más: salvando sus sueños, dejándolos ser. 

 

 

Deseo de salvar

“Hace 10 años que soy preceptora y nunca me conmovió alguien como Nicasio. Yo vi en el él el deseo de estudiar para salvar al mundo”, dijo Débora preceptora de la Cruz Roja. Una de la decena de voces que abrazaron el paso de Nicasio por la institución.

 

Un abrazo de orgullo: Mónica y Nicasio, su alumnito, hoy enfermero.

 

 
 
Fuente: Día a Día

 

Oleada Joven