Felices las manos que dibujan sobre un pentagrama.
Felices las manos que acarician un instrumento.
Felices los que cantan y encantan al mundo con su voz.
Felices los que dejan que Dios cante a través de sus voces.
Felices los que permiten que Dios toque las almas llevando consuelo en sus canciones.
Feliz vos si reconocés en vos el don de la música y lo regalás al mundo.
De Nuestra Redacción
Corina Acevedo