Es verdad que siempre vamos a encontrar excusas para no querer vivir, para no querer aplicar el mensaje del evangelio que Cristo nos trae, este mensaje de salvación, de vida eterna… Siempre hay alguna excusa barata frente a lo que Dios nos propone, pero si realmente miramos con el corazón, si realmente buscamos agradarle a Dios vamos a darnos cuenta que lo que Jesús nos propone siempre es lo mejor, es la felicidad, es realmente que nos involucremos en las actividades que vamos realizando cada día, poniendo el corazón y tratando de plasmar en el mundo de hoy los valores del evangelio.
Por eso presenta estos dos extremos: Juan bautista, el último de los profetas, que era bastante riguroso en sus formas, hacer ayuno, realmente encontró su manera de llegar a Dios y hacer lo que Dios le pedía. Después viene el Hijo del Hombre, Jesús, que tiene una manera más de compartir con la gente, quizás más humana podríamos decir, y sin embargo tenía también muchas críticas, muchas quejas: “no respeta la ley, no hace esto, no hace lo otro” y la verdad es que no pasa por allí el seguimiento de Jesús,pasa por tener un corazón enamorado que entienda lo esencial que nos propone la Ley de Dios, vale decir, el evangelio.
Pidamos al Señor la Gracia de tener la sabiduría suficiente para poder registrar, para poder ver eso. Y estos temas que plantéabamos recién pasan a secundarios, realmente se vuelven en excusas… seguir a Jesús es una actitud profunda del corazón, sólo los corazones convencidos, enamorados, tocados por la gracia de Dios, por Su misericordia, pueden ser verdaderos peregrinos, constructores del Reino.
Le pedimos al Señor la gracia de poder ser nosotros también o de ellos.