A San Juan de la Cruz las imágenes le ayudaban a rezar y a contemplar el misterio de Dios. Derramaba lágrimas ante alguna estatua de un Cristo Crucificado y se alegraba como un niño ante un pesebre.
En Granada, en una ocasión, bailó con la imagen del Niño Jesús en sus brazos, cantando las coplas “Mi dulce y tierno Jesús, si amores me han de matar agora tienen lugar”.
“Se levantó de donde estaba sentado, y se fue hacia una mesa donde en estos días se acostumbraba a tener un Niño Jesús, a quien dirigir todas las alegrías de aquel tiempo, y tomándole en sus brazos, comenzó a bailar con un fervor tan grande que parecía haber salido de sí, que para la modestia y sosiego del Varón Santo era cosa muy extraña” 1
Cántico del Nacimiento
Ya que era llegado el tiempo en que de nacer había, así como desposado
de su tálamo salía abrazado con su esposa, que en sus brazos la traía, al cual la graciosa Madre en un pesebre ponía,
entre unos animales que a la sazón allí había. Los hombres decían cantares, los ángeles melodía, festejando el desposorio
que entre tales dos había. Pero Dios en el pesebre allí lloraba y gemía, que eran joyas que la esposa al desposorio traía.
Y la Madre estaba en pasmo de que tal trueque veía: el llanto del hombre en Dios, y en el hombre la alegría, lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.
San Juan de la Cruz
1 Fray Jerónimo de San José, Historia del Venerable P. fray Juan de la Cruz, lib. IV, cap. XI, Madrid 1641, pp. 428-429