Evangelio según San Marcos 1,29-39

martes, 10 de enero de
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Jesús salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. 

 

La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato.  El se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos. 

 

Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. 

 

Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él. 

 

Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. 

 

Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: “Todos te andan buscando”. 

 

El les respondió: “Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido”. 

 

Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios. 

 

Palabra de Dios

 

 


 

 

P. David Pintos  sacerdote de la Diócesis de la Nueva Orán 

 

Terminamos ya de vivir la fiesta de la navidad y ya nos adentramos de lleno en la primera etapa del tiempo ordinario. Yo pienso que es un tiempo clave donde tenemos que aprovecharlo muy bien pues en ella podemos profundizar en la espiritualidad de lo cotidiano. Dios es un Dios de todos y cada uno de los días. Dios es sencillo y está en cada detalle de cada día. Como decía Santa Teresita “Si Dios se mostrara solo en los tiempos extraordinarios lo viviríamos muy poco. Dios está en lo sencillo, en lo de todos los días, por eso hay que amarlo ahí, hay que llegar a verlo. El tiempo ordinario nos ayuda a profundizar y a vivir a Dios en lo cotidiano.

 

El Evangelio de hoy nos ayuda a ver a Jesús que nunca se queda quieto sino que permanentemente va en búsqueda de los enfermos, de los más necesitados, de los que sufren. Y todas las personas que se acercan a Jesús reciben la gracia de la Salud, la gracia de la sanación. Y uno de los síntomas de la sanación es el servicio. Es por ello que vemos en el Evangelio que la suegra de Pedro apenas fue sanada se puso a servir.

 

Por un lado si nos falta la salud o si estamos heridos acudamos a Jesús para que nos de su gracia y su bendición para quedar sanados totalmente. Acudamos a él, confiemos en él que puede sanar cualquier herida en nuestras vidas.

 

Y por otro, habiendo recibido la gracia de la sanación, pongámonos en servicio de los más necesitados. Hace poco celebramos la Fiesta del Bautismo del Señor y nuestro Bautismo, el Sacramento que nos hace ser otros Cristos. Recordemos que el fin de semana todos hemos renovado nuestras promesas bautismales, por eso con mucha más razón todos estamos llamados al servicio, siendo otros Cristos llevemos la sanación a todos los enfermos, a todos los que están heridos.

 

La dinámica es acercarse a Jesús para recibir la gracia de la sanación y habiéndola recibido darla a los demás.

 

Que el Señor los bendiga a todos y vivan con mucha alegría la primera etapa del tiempo ordinario. Amen.

 

Oleada Joven