Misterio

lunes, 30 de enero de
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Dios es impalpable como una sombra, y al mismo tiempo, sólido como una roca. El Padre es, eminentemente, Misterio, y el misterio no se deja atrapar ni analizar. El misterio, simplemente, se acepta en silencio. 

 

Dios no está al alcance de nuestra mano, como la mano de  un amigo que podemos apretar con emoción. No podemos manejar a Dios, como quien manipula un libro, una pluma o un reloj. No podemos decir: Señor mío, ven esta noche conmigo, mañana puedes irte. No lo podemos manipular.

 

Dios es, esencialmente, desconcertante porque es, esencialmente, gratuidad. Y el primer acto de la Fe consiste en aceptar esa gratuidad del Señor Dios. Por eso, la Fe es siempre levantarse y siempre partir para buscar un Alguien, cuya mano nunca estrecharemos. Y, el segundo acto de la Fe consiste en aceptar con paz esa viva “frustración”.

 

Pero, si el Padre es un Misterio inaccesible, es también, un Misterio fascinante. Si alguno se le aproxima mucho, ilumina y calienta. Pero si se le aproxima más todavía, entonces incendia. La Biblia es un bosque de hombres incendiados.

 

Autor: Ignacio Larrañaga

Fuente: “El silencio de María”

 

 

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