Señor, el pecado me tiene atado y paralizado,
postrado ante el mundo sufriente
que se ha olvidado de Ti ; por esto, te ruego
que me perdones y que hagas de mi
una persona de cambio y transformación,
de manera que lleve Paz a donde abunde el dolor
y reconciliación a donde la amargura parezca reinar.
Que por tu fuerza y tu gracia irradique de mi Vida
y así pueda yo mover mis manos y mis pies
para servir con generosidad.
Gracias por mi Vida, la de mi familia y amigos.
Que la gloria sea para ti, por los siglos de los siglos.
Amén
Yureis María