¿Cuál es el sentido de mi vida?

martes, 7 de febrero de

“Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones. Yo contesté: “¡Ay, Señor! ¡Yo soy muy joven y no sé hablar!” Pero el Señor me dijo: “No digas que eres muy joven. Tú irás a donde yo te mande, y dirás lo que yo te ordene. No tengas miedo de nadie, pues yo estaré contigo para protegerte. yo, el Señor, doy mi palabra.” Entonces el Señor extendió la mano, me tocó los labios y me dijo: Yo pongo mis palabras en tus labios. Hoy te doy plena autoridad sobre reinos y naciones, para arrancar y derribar, para destruir y demoler, y también para construir y plantar.” Jeremias 1:5-10

 La vida que nos rodea, nuestra forma de vivir, toma sentido por este manejar de tiempo que está en manos de Dios. Mucha gente va por la vida sintiendo que la suya propia ya no tiene sentido, se deprimen, algunos tienen la suerte de llamarlo unicamente una etapa de su vida, y otros lastimosamente lo dan por final de su historia. Esto es porque no han abierto su corazón lo suficiente para darse cuenta de algunas cosas.

 

Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado…

 

 

Primero, que Dios nos manda lo que nos rodea por una razón especifica, que puede que no conozcamos, pero tiene su razón para bien. Todo fue pensado por El desde antes que naciéramos.

 

…te había nombrado profeta para las naciones.

 

 Segundo, que lo que Dios nos manda, puesto que ha sido enviado por El por una razón especifica, debemos aprovecharlo. Con esto, me refiero a que hay que sacar el mejor provecho de ello. Insisto en la palabra “mejor”, pues es esto lo que nos hace darle un sentido a nuestra vida.

Regresemos a “Todo fue pensado por El desde antes que naciéramos”; todo fue pensado para que al dar lo mejor de nosotros -con el dolor, mortificaciones, alegrías, tristezas que nuestros quehaceres y los diferentes ámbitos de nuestra vida impliquen- nos vayamos ganando el Paraíso, pues es nuestra finalidad en esta vida. ¿! Que?! ¿Puedo ganarme el cielo trabajando en cosas de la escuela, yendo a la biblioteca a estudiar un rato, entregando el reporte de mi trabajo, platicando un rato con un amigo, escuchando al otro? ¿No era que tenia que hacer muchas oraciones, rezos, rosarios, obras de misericordia para poder entrar al Paraiso? Cuidado, Jesus dijo:

“No solo de pan vive el Hombre sino también de toda palabra que salga de los labios de Dios” (Mateo 4:4),

no dijo “el Hombre no vive para nada de pan, únicamente de la Palabra que salga de los labios de Dios”.

¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que lo bello de la vida está en el equilibrio de todo, o mas bien el conjunto de todos los ámbitos de nuestra vida, con nuestra vida espiritual, personal, escolar, laboral, … Dios nos hizo justamente para llevar todo esto al mismo tiempo, no para que reemplazaramos un ámbito por otro. Dios ya sabia que íbamos a tener que cargar con todo esto, y que algunas veces no seria fácil, porque es el Amor y el Esfuerzo (y sus virtudes derivadas) que ponemos en lo que hacemos que hacen darle un sentido a nuestra Vida, y que nos llevan más cerca de ganarnos el cielo. Es por esto que nuestras actividades realizadas con nuestro mejor esfuerzo nos dan una gran tranquilidad, un gran alivio y auto-satisfacción, porque nos acercan de nuestra verdadera finalidad.

 

Yo contesté: “¡Ay, Señor! ¡Yo soy muy joven y no sé hablar!”

 

Sin embargo, algunas veces tenemos la sensación de no poder manejar todo al mismo tiempo: problemas, familia, estudios, trabajo, vida personal, amistades,…

 

Pero el Señor me dijo: “No digas que eres muy joven. Tú irás a donde yo te mande, y dirás lo que yo te ordene. No tengas miedo de nadie, pues yo estaré contigo para protegerte. yo, el Señor, doy mi palabra.”

 

Estas son situaciones que además de disminuir nuestro potencial que nos permitiría dar nuestro 190% en la vida (osea dar lo mejor de nosotros), son situaciones que son necesarias y que Dios nos manda para “formatearnos”, sacudirnos, despertarnos, hacernos más humildes ante la vida y para ablandar nuestro corazón. Y no es “hacernos mas humildes” en el sentido de humillarnos, sino que El lo hace con amor de Padre, como un regalo de Amor que tenía preparado desde el día en que fuimos concebidos e incluso mucho antes. Como cuando tenemos una computadora arruinada, a veces la mejor manera de arreglarla para que funcione es apagarla, formatearla, reiniciarla, o borrar esas cosas que pueden estar afectando al sistema.

 

Entonces el Señor extendió la mano, me tocó los labios y me dijo: Yo pongo mis palabras en tus labios. Hoy te doy plena autoridad sobre reinos y naciones, para arrancar y derribar, para destruir y demoler, y también para construir y plantar.

 

Tercero, Dios nos ha dado todo en nuestras manos para nunca estar estancados. Las herramientas dependen de la situación; puesto que algunas veces pueden estar en nosotros mismos y otras veces pueden estar en las personas que nos rodean, en esas joyas que Dios ha puesto en nuestras vidas, nuestros amigos, y abre bien tus ojos porque algunas veces puede ser incluso un conocido o una persona que cruces en la calle la que tiene la respuesta, la llave de eso que te hace falta.

 

 

 

Ximena Palomares