Hoy quiero cantar la misericordia del Señor, su obra de amor, su bondad, hoy quiero decirte que Dios SI NOS ESCUCHA, que no es puro cuento su palabra, a veces hasta para los mismos católicos las palabras de Dios son solo una lectura bonita, lo que no nos damos cuenta muchas veces o más bien por falta de fe, es que la palabra de Dios es VERAZ, es FIEL, es SIEMPRE NUEVA y permanece por siempre. No es un libro antiguo, es palabra que encierra lo divino, encierra una promesa, encierra múltiples gracias…
Hoy quiero contarte como la palabra de Dios se hizo obra en mi vida, las cosas de Dios son misteriosas, pero a la vez son desmesuradas de amor, a veces uno tiene miedo de pedir algo, de pedir su gracia, en esto quiero que tengas en cuenta y sepas reconocer, que eso que te tensa para el otro lado, aquello que no te deja muchas veces pedir lo que tu corazón esta gritando, es tu propia naturaleza que se niega a recibir la gracia de Dios. Por eso es de valientes vencer ese miedo y lanzarnos con ojos cerrados a los brazos de Dios, como aquel ciego que sabiendo que Jesús pasaba por allí ¡pegó un salto!, ¿te imaginás a un ciego con tanta confianza para hacer algo así?, así debe ser nuestra Fe en Dios al momento de pedirle alguna gracia, y ante todo, es importante también saber pedir, decirle al Señor en ese momento “Si es para mi bien y mayor gloria tuya”, decirle “Jesús, enseñame a pedirte bien”, porque a veces pedimos cosas mal formuladas, pedimos cosas tontas, que Dios en su libertad de Padre y sabiendo que aun puede obrar desde su paternidad en esa ocasión, nos da hasta aquello que pedimos mal, cual hijo pródigo pidiendo su herencia para malgastarla en banalidades, en cosas que solo traen más vacíos… ¡Pero no te preocupes! Dios sabe sacar bien hasta del mal, sabe hacer de ese mal un camino para resucitarte en su amor, a veces incluso es necesario, ¿o acaso no volvió el hijo prodigo a los brazos del Padre luego de haberlo probado todo y darse cuenta que no hay amor mas verdadero, ni bondad más extrema que vivir con Él?…
Hoy quiero darte testimonio de una gracia de Dios que pedí hace un tiempo y que obró de un modo inesperado, intenso y desde su palabra… Dios me regaló vivir su palabra de un modo que ni siquiera puedo explicar, solo sé que no tengo dudas de que su amor me sostiene y de que es real cuando nos dice “Pidan y se les dará”.
Hace unos meses en mi familia veniamos pasando una situación delicada, entre muchos otros problemas, tenía una tia con un cáncer avanzado, hacía tiempo que estaba luchando por su vida hasta que esta enfermedad fue ganando y terminó en una clinica de cuidados paliativos. Debo decir que ver a un ser querido tan cercano en esas condiciones es totalmente durísimo, no se explica con palabras el dolor que se siente, vos que me estas leyendo debes saberlo ya sea por haberlo vivido en carne propia o porque lo escuchaste quizás… en fin, el dolor de ver sufrir a los que amamos es una procesión muy oscura.
Cuando fui a cuidarla por primera vez, todos hablaban de que se habia vuelto loca, de que sus neuronas ya fallaban por la metástasis, pues mi tía no hacía más que rezar todo el tiempo, sin parar un segundo, confundiendo oraciónes por momentos, rezandole a Jesús de la Divina Misericordia, por otros sólo hacia silencio para escucharme cuando le cantaba canciónes de la Virgen, pues ella la amaba como a nadie, a veces entre bocado y bocado de comida seguía rezando y hasta llegaron a rogarle que dejara de rezar para que descansara. Nadie podía entenderla, por mi lado me permití dudar de aquella opinion general, y entendí que ella estaba purgando su alma, que en esos momentos de puro sufrimiento, siguió firme en su fe como lo hizo siempre, a veces con altibajos, con dolor, con alegrias… pero siempre confiada en los brazos del Padre y entregando su sufrimiento por amor.
Uno de esos días, fue uno de mis primos, y fue desgarrante ver su dolor, en ese momento permanecí fuerte pero al regresar me eché en llanto, pues era como haberme visto a mi misma llorando y sufriendo por ver en tal estado a mi madre, fue uno de los dolores que más caló mi corazón.
Pasaron unos meses y todo seguía su curso, la enfermedad avanzaba, las oraciónes tambien, los múltiples pedidos de milagros también, y desde luego los sufrimientos seguían agotándonos… lo que seguía también y muy firme era mi tía y su entrega en oración. Un día ya no aguanté más, no tenía fuerzas para seguir rezando, de hecho mi oración se habia enmudecido, los malos ánimos iban ganándome de ver a mi tia sufrir tanto, en ese momento, aquel dia y con muchas lágrimas en los ojos, fue que me animé a pedir, a dar un grito desgarrado y suplicarle a Dios que oyera mi ruego, fue una muy difícil petición, pues me exigía una gran renuncia: renunciar a ella fisicamente, renunciar a seguir viéndola y afrontar un enorme duelo familiar… pero la ganancia iba a ser mayor, su descanso eterno, su paz y su pascua en los brazos del Señor…¿que otra cosa más que el cielo uno puede desear para los que amamos?.
Fue así como le dije a Jesús: “Señor, por favor, escuchame que ya no puedo más con esto, me duele ver tanto sufrimiento, me duele ver el destrozo de mi familia y más aun el padecimiento de mi tia, hace meses que viene purgando su alma de esta manera, se que también te he pedido milagros de su sanación, pero comprendí que el mayor milagro que puedo pedirte es que la lleves con vos, a tus brazos, a descansar despues de una hermosa vida que ha llevado, despues de haber recibido tantos favores tuyos… ése es el milagro que te pido, no tengo fuerzas para rezar, sólo voy a hacer lo que hizo mi Teresita (Teresita de Lisieux, mi santa amada) en tiempos de angustia donde las palabras tampoco podían salir de su boca, rezaré el padre nuestro con todas mis fuerzas, creyendo en vos con todo mi corazón y confiando al finalizar que ya me has escuchado y cumplido”; así finalizó mi oración y me fui a dormir.
Al otro día cuando desperté recordé aquello que habia hecho y solo dije “sigo creyendo que ya has cumplido, sólo es cuestión de tiempo”, y confiandome tambien en las manos de la Virgen del Carmen le pedí que ella sea mi paz. Al momento me fui hasta el fondo de mi casa (porque me gusta ver las flores y mirar al cielo cuando me siento asfixiada) y me encontré 3 pétalos de rosa, los cuales los sentí como el cumplimiento de su gracia, miré al cielo y sonreí; al instante llamaban a la puerta y era mi primo dándonos la noticia del fallecimiento de mi tia, ahora se venía el duelo… pero interiormente estaba con paz, pues nunca había creido tanto en la existencia del cielo.
Luego de su velatorio, donde seguía la lucha por el dolor de la ausencia fisica pero con el consuelo de que ella ya estaba en el cielo, fuimos a su entierro, otro momento que no fue de menor intensidad… pero todo aquello lo ofrecía por aquella gracia concedida para que Dios nos de su consuelo. Mientras nos ibamos yendo a casa, le pedí al Señor una última cosa, que sólo porque quizo consolar mi corazón y por no permitirme alguna duda me lo concedió, le pedí un signo de que mi tia ya estaba en el cielo… no terminé de decir aquello y apareció en una avenida donde transitabamos un enorme Jesús de la Divina Misericordia y decía mas grande que de costumbre el “Jesús en vos confío”, en ese momento la certeza invadió mi corazón y sentí un aroma a rosas, definitivamente mi tia ya estaba en los brazos de Jesús, su pascua fue un domingo, dia del Señor. Cuando llegué a casa se me dió por leer la liturgia diaria, y era el evangelio “Pidan y se les dará”, y continuado seguía la lectura en la que Jesús nos enseñaba a rezar el padre nuestro… ahí supe literalmente que Dios me regaló de un modo tan inesperado, vivir su palabra, y supe que su palabra es más real que cualquier otra cosa.
Aquí no termina esto, al mes de su partida nació la hijita de mi primo (nieta de mi tia), y ahora estamos a la espera de otro bebé, hijo de mi otro primo… Se fue una vida pero nacieron otras que vinieron a dar el consuelo que había pedido cuando ofrecí sus sufrimientos…
¿Ahora me creés si te digo que pidas CONFIANDO y Dios va a darte aquello?
“Pidan y se les dará: busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la puerta. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y se abrirá la puerta al que llama. ¿Acaso alguno de ustedes daría a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿O le daría una culebra cuando le pide un pescado?. Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡con cuánta mayor razón el Padre de ustedes, que está en el Cielo, dará cosas buenas a los que se las pidan!”. (Mt. 7, 7-11)
Florecilla