Perdonó a los agresores de su hijo y les dio trabajo

martes, 14 de marzo de
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Sergio Nuñez vivió un episodio familiar extremadamente difícil, su hijo fue víctima de violencia. Junto a su familia recorrieron un largo camino hasta poder no solo personar a los agresores de su hijo sino también para lograr brindar ayuda a aquellos jóvenes que dejaron a su hijo inconsciente en el hospital. 

Sergio Núñez no encontraba consuelo cuando vio a su hijo inconsciente en el suelo. Mientras lo llevaba al hospital no podía pensar en otra cosa que en aquellos que lo habían dejado así. Quería vengarse, pero al mismo tiempo, sentía que esa no era la solución.

 

Su hijo estuvo 4 días hospitalizado, tiempo suficiente para que Sergio le diera una vuelta a las cosas. Se acercó a su esposa, Micaela, y le dijo: “Voy a encontrar a esos chicos, les voy a enseñar un oficio y los voy a ayudar a cambiar el rumbo de sus vidas”. Por supuesto su esposa no entendía nada, pensó que su marido se había vuelto loco.

 

“Todos necesitamos oportunidades y la cárcel no sirve para eso, sobre todo cuando son chicos jóvenes, que pueden torcer su destino con un poco de ayuda”, explicó Sergio. ¿Qué ganaban con esos chicos pudriéndose en la cárcel? Nada. Al darles trabajo lograron ayudarlos a salir del cículo de la violencia.

 

Pero, el camino se volvió a poner cuesta arriba. Cuando su hijo se enteró del proyecto, no pudo contener su ira: “Quédate con tus nuevos amiguitos, yo me voy de casa”, y se fue. Sergio comenzó a dudar… ya no estaba seguro si la relación costos-beneficios del proyecto, valía demasiado la pena. Pero, cuando su hijo volvió al otro día, luego de haber recapacitado y diciéndole: “Papá, contá conmigo. Yo te voy a apoyar”, el plan tomó más fuerza que nunca.

 

Hoy, Sergio, quién es constructor de profesión, tiene un taller de bicicletas y carpintería, a cargo de Lucas Brito, en el patio trasero de su casa. Cada tarde llegan cerca de 15 jóvenes a arreglar bicicletas, armar sillones y mesas. Entre ellos algunos de los agresores de su hijo.

 

“La idea es que los jóvenes aprendan un oficio y también la cultura del trabajo. Pero hay reglas: los que formen parte del programa, no pueden involucrarse en conflictos con la ley, tienen que ir a la escuela y no deben faltar a las capacitaciones”– Sergio Núñez –

 

Poco a poco los vecinos se han ido acercando con bicis en desuso, otros llevan tarimas de madera, y el dinero de lo que se vende se reparte entre los niños que están en el taller. No solo la gente del barrio está contenta, sino que también algunos policías que han visto cómo el nivel de delincuencia ha bajado.

 

Pero, los adolescentes no sólo van al taller para aprender oficios y ganar algo de dinero, muchas veces se quedan a bañarse en la piscina, conversar y compartir con Sergio y Micaela.

 

“No es fácil. Estos jóvenes vienen con un patrón de conducta y cambiar cuesta. Hay veces que caen, hay veces que están desanimados, que quieren volver a lo que hacían antes. Pero nosotros los escuchamos, los acompañamos y confiamos en ellos. Estamos viendo frutos”

 

Ha sido tal el éxito del programa, que hoy cuentan con el apoyo de la Secretaría de Protección Ciudadana a cargo de Atilio Della Maggiora: “Las cuestiones de seguridad no son sólo de la ley y la policía. Hay que dar respuestas desde perspectivas socio comunitarias. Por eso estamos muy contentos con el proyecto de Sergio”.

 

Lo más sorprendente de esta historia para algunos es que, la verdad, Sergio no es el único víctima de violencia o familiar de víctima de violencia que piensa así, existe una agrupación llamada Víctimas por la Paz, perteneciente a la Asociación Pensamiento Penal (APP), que junta a todas aquellas personas que han sufrido algún hecho de violencia y que “coinciden en que la solución a los conflictos de esa índole no es el endurecimiento de la ley penal, la restricción de derechos y libertades y el encarcelamiento indiscriminado”.

 

El odio, no se cura con más odio y la violencia no se acaba con más violencia.

 

Fuente: Upscol, La Nación

 

Oleada Joven