Encontrar a Dios

domingo, 19 de marzo de

En el centro de mi ser hay un punto de nada que no ha sido tocado por el pecado ni por la falacia, un punto de pura verdad, un punto o chispa que pertenece por entero a Dios, que nunca está a mi disposicion, desde el cual Dios dispone de mi vida, y que es inaccesible a las fantasías de mi mente y a las brutalidades de mi voluntad.

 

Ese puntito de nada y de absoluta pobreza es la pura gloria de Dios en mí. Es como un diamante puro, fulgurando con la invisible luz del cielo. Está en todos, y si pudiera verlo, vería esos miles de millones de puntos de luz reuniéndose en el aspecto y el fulgor de un sol que desvanecería por completo toda la tiniebla y la crueldad de la vida…

 

No tengo programa para esa visión. Se da, solamente. Pero la puerta del cielo está en todas partes.

 

Sí. Existe un punto donde puedo encontrar a Dios en un contacto real y experiencial con su realidad infinita. Éste es el “lugar” de Dios, su santuario, el punto donde mi ser contingente depende de Su Amor: dentro de mi mismo.

 

Thomas Merton

 

 

Oleada Joven