Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Angel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve.
Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. El Angel dijo a las mujeres: “No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, y vayan en seguida a decir a sus discípulos: ‘Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán’. Esto es lo que tenía que decirles”.
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: “Alégrense”. Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: “No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán”.
Palabra de Dios
P. Gustavo Gatto Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Villa María, Córdoba
Hoy la Iglesia junto con María llora la muerte de Jesús , aguardando expectante la promesa de la resurrección.
El Papa Francisco cuando era cardenal en Buenos Aires , decía: “Esta ciudad , no llora a sus muertos, esta sociedad insensible que es como una picadora de carne humana”.
Hoy, sábado Santo junto con María estremecida de dolor, estamos llamados a llorar a nuestros muertos.
Estamos llamados a llorar como sociedad, las muertes que causan adicciones, estamos llamados a llorar a los niños que no nacen, a la trata de personas, a los abuelos abandonados.Solo una sociedad que llore a sus muertos podrá sensibilizarse para hacer de ella un mundo más fraterno.
¡Que tengas una hermosa Pascua de Resurrección!