Evangelio según San Lucas 24,13-35

miércoles, 19 de abril de
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Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. El les dijo: “¿Qué comentaban por el camino?”. Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!”.

 

“¿Qué cosa?”, les preguntó. Ellos respondieron: “Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron”.

 

Jesús les dijo: “¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?” Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él. Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba”. El entró y se quedó con ellos.

 

Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. m se decían: “¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”. En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: “Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!”. Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

 

Palabra de Dios

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

Buen día comunidad de la Oleada Joven! Feliz Pascua de Resurrección! En este día de gozo porque Jesús resucitó compartimos juntos la Palabra de Dios.


Lo tomamos del Evangelio de San Lucas 24.


Este texto es re contra conocido y es llamado los Discípulos de Emaús. Dos discípulos a quienes Jesús se acerca para caminar con ellos. Que linda caminata haciéndonos ver que en el camino está él, está Jesús. El camino es el signo de la vida en la que cada uno tiene que transitar, en ella hay muchas vivencias, experiencias y emociones por la que pasamos. Pero lo más lindo es que en el camino, en nuestro camino va Jesús al lado nuestro.


Me llama mucho la atención cuando en la Palabra de Dios dice que cuando Jesús se acerca a los Discípulos había “algo en sus ojos que les impedía ver” y que después al final nos dice que “sus ojos lo reconocieron al partir el pan”. En el camino de la vida seguro que hay cosas que nos tocan y nos impiden ver a Dios que está cerca, y eso Jesús lo sabe. Jesús, nuestro Jesús nos comprende tanto tanto en el sufrimiento que deja que uno haga el proceso de duelo para consolar el corazón. Tenemos que saber que en nuestras tristezas Jesús nos comprende y nos consuela, por eso el deja que nosotros vivamos el duelo y deja que nos explayemos. Pero pero también en esos momentos Jesús habla, Jesús no se queda callado. Y es muy importante eso, que Jesús en nuestros momentos habla, sus palabras son caricias consoladoras para nuestras vidas, sus palabras hacen arder el corazón para reavivarlo para que pueda seguir latiendo con intensidad. Jesús cuando habla se dirige al corazón. Y eso es reavivante.


Y por último, el momento más fuerte del camino: lo reconocieron al partir el Pan. Lo reconocieron en el compartir, en los alimentos, en la cena, en la Eucaristía. Sus ojos se abrieron y pudieron reconocer que Jesús está vivo y al lado de ellos.


Yo decía al principio que Jesús comprende nuestras tristezas, ¿Quién más nos podría comprender a la perfección cuando estamos mal después de todo el que vivió en carne propia? Jesús nos re comprende y es cuando más está cerca nuestro. Pero el también es el único que puede sacarnos de la tristeza de muerte y devolvernos a la vida a través de su Palabra y de la Eucaristía. Es evidente que Jesús no nos quiere en estado de tristeza sino que salgamos a flote y salgamos siempre adelante con un corazón vivo y que lata más fuerte.


Gracias Jesús por estar en nuestro Camino al lado nuestro, para compartir nuestras tristezas pero también para alentarnos y devolvernos la alegría  de la vida a través de tu Palabra y también de la Eucaristía. Quédate siempre al lado nuestro. Amén


Que tengan un lindo día bendecido!

 

Radio Maria Argentina