Jesús exclamó: “El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió. Y el que me ve, ve al que me envió. Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.
Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día.
Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar; y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó”.
Palabra de Dios
P. David Pintos
En el Evangelio de Hoy vemos a Jesús como el Hijo obediente al Padre, como aquel que cumple fielmente la misión que le fue encomendado. Está muy confiado sabiendo que hizo lo que tenía que hacer dejando en las manos del Padre todo lo demás. Lo importante es que obedece y confía ciegamente en el Padre sabiendo que “su mandato es vida eterna”.
Esa es una de las Palabras del Evangelio de hoy “su mandato es Vida eterna” que me ayuda a vivir más confiado en Dios. Saber como Jesús, que obedeciendo a lo que Dios Padre dispone, es lo mejor de lo mejor para la vida. Cumplir fiel y confiadamente a lo que Dios dispone. Y esto me hace acordar lo que San Pablo dice en la carta a los Romanos capítulo 8: Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman. Saber y vivirlo da mucha paz.
Estaría bueno que nos preguntemos en el día de hoy: Como Jesús ¿Soy obediente a los mandatos de Dios Padre? ¿Acepto con buena disponibilidad las cosas que Dios me manda a cumplir y vivir?
Crecer y confiar más en las cosas que Dios me manda cumplir será el propósito de hoy. Que Jesús nos de la gracia de ser fieles como él.
Que tengan un bendecido día.