En Córdoba una hermosa noticia llegó a los medios de comunicación. Es la historia de un profesor y su alumno. Javier es un profe que recibió de la justicia provincial la guarda preadoptiva de su alumno que tiene 11 años y convive con él desde hace cuatro.
“Me alegra porque no me voy a tener que ir con otra familia. Yo tengo dos mamás: la biológica y la que me crió y está en el cielo; y tengo dos papás: el biológico y mi papá ‘profe’”, dijo José, en su casa del paraje Los Algarrobos Norte, a ocho kilómetros de la localidad de Nono, en pleno Valle de Traslasierra.
José no es su verdadero nombre: utilizamos otro para preservar su identidad.
Por primera vez se utilizó, para lograrlo, la figura de “referente afectivo”, prevista por el nuevo Código Civil.
La decisión judicial llega tras cuatro años de convivencia de ambos.
“De no haber sido así, José hubiese ido a la lista única de adoptantes, y eso significaba un nuevo despojo para él, que al nacer debió dejar a su padres, y a los 7 años perdió a la tía que lo crió. Esta vez iba a perder a Javier, que fue el papá que él eligió”, explica Cecilia Murúa, directora y única docente de la escuelita de 11 alumnos de Los Algarrobos.
La mujer apunta con el dedo una colina casi perdida entre las nubes. “Detrás de ese cerro nació José, queda a una hora y media caminando; sus padres no podían criarlo, entonces Adela, una tía paterna, lo hizo desde los 20 días; él le decía abuela”, explica.
El “enfermero gaucho” Rumualdo Merlo, que a caballo recorría las sierras, le advirtió a Adela, años después, que el niño ya tenía edad de ir a la escuela. Fue entonces cuando la comunidad les consiguió una vivienda un poco “más abajo”, a media hora de caminata de un colegio. Adela, con más de 60 años, sin ingresos ni instrucción, traía al niño a cursar y lo esperaba toda la mañana.
Cuando José tenía 6 años, Adela se enfermó de cáncer. Su dolencia fue larga y tortuosa. Cuando se agravó, al niño lo sostuvo la solidaridad de los vecinos. Entre ellos, “el profe” de computación, Javier Castellano Echenique, en cuya casa se alojaba cuando su tía no podía cuidarlo.
La tía Adela murió en 2013. La madre de José padece graves problemas cognitivos y el padre un intenso alcoholismo.
La comunidad no esperó para abrazar al chico. Acordaron que Javier se haría cargo de él y que, mientras trabajaba, el niño sería cuidado por la maestra, la coci nera y varias madres del lugar.
Murúa aclara: “Javier no es empleado del Ministerio de Educación, él donó implementos y se ofreció a trabajar ad honorem como profesor de computación cuando llegaron las netbooks del Gobierno nacional. Eso se formalizó y él da clases sin cobrar”.
La maestra habla de “dos héroes” por Javier y José. “El niño ha sabido salir de la dificultad, y se preocupa muchísimo por su hermanito, que sí está con los padres biológicos, pero quiere que tenga los beneficios que él ha tenido”, sostuvo.
“Soy hincha de Unión de Nono, de Boca, de Barcelona y del Bayern Munich. Pero también me gusta el básquet, aunque por acá no hay dónde jugarlo”, dijoel chico que, diariamente, baja en bicicleta tres kilómetros. Luego un colectivo escolar lo lleva hasta el Ipem, donde además almuerza. Sueña un futuro como piloto de avión.
“Así estoy completo. lo único que quiero es que José tenga las oportunidades que yo tuve”. Javier Castellano Echenique, papá adoptivo
Cuando el niño entró en estado de adoptabilidad, Javier se opuso enfáticamente a la situación.
El juez Estigarribia recuerda que aún el proceso de adopción está en curso. Pero explica: “Se ha comprobado que la relación es sana y surgió espontáneamente, en un ámbito natural; se ha escuchado al niño y se le ha dado al docente la posibilidad de que solicitara la guarda preadoptiva, creemos que todo irá bien, pero para la decisión definitiva falta aún realizar estudios específicos”.
Estigarribia recuerda que el docente hizo lo posible por revincular al niño con su familia originaria y cuida que la siga viendo, a la vez que estos acuerdan con que Javier sea su padre adoptivo.
Fuente: La Voz