Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: “No, debe llamarse Juan”.
Ellos le decían: “No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre”. Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: “Su nombre es Juan”. Todos quedaron admirados.
Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea.
Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.
Palabra de Dios
P. Gustavo Gatto Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Villa María
Hoy celebramos el nacimiento de San Juan Bautista, el primo de Jesús y hijo de Isabel.
En su concepción hay una intervención de Dios, que hace de esta mujer anciana y estéril , madre.
Vamos a destacar de Juan Bautista la husteridad de su vida. En tiempos de consumismos en donde valemos por lo que tenemos.
Los que permanentemente estamos insitados a comprar, en que parece que si no tenemos determinada cosa , no somos Felices. Aparece la vida de este hombre de Dios, este profeta , este precursor de Jesús que vive en el desierto , que se viste de pieles y come miel.
¡Bendecido fin de semana!