Lucía nos comparte su experiencia desde la Fazenda, Salvador de Bahía – Brasil
Saben…..la vida en la Fazenda es muy sencilla. No tiene mucho de extraordinario. Tal vez imaginamos eso cuando se habla de salir de misión. Hay días en que hacemos mucha limpieza, otros jugamos con los niños, también vamos a visitar a los amigos de los pueblos cercanos, cocinamos, rezamos mucho y otras cosas más.
Pero, si algo increíble estoy aprendiendo en este corto tiempo, es a encontrar la magia en las pequeñas cosas. El brillo en los ojos negros de los amigos que preguntan, “¿Y vos dejaste a tu familia y tu país para venir a verme?”; el “obrigado Lucia” cuando me toca hacer el almuerzo; “¡Tía vamos a jugar!” de los pequeños; las historias en la mente brillante de Anita; los abrazos de Rosseane; los consejos de las Hermanas; los días de limpieza del comedor y la Capilla, entre charlas y risas… eso, para mí es extraordinario.
Ojalá el testimonio sobre esta gente sencilla nos ayude a reflexionar sobre el Don de la Vida. Con cuánta generosidad Dios nos crea y nos coloca en el instante perfecto. ¿Qué haremos con tanto en nuestras manos? Ciertamente de todo eso podemos ganar mucho, o echar todo a perder; pero si nos encomendamos a Dios, todo está ganado.
Lucía