Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas. Al ver esto, los fariseos le dijeron: “Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado”.
Pero él les respondió: “¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes? ¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta?
Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado”.
Palabra de Dios
P. Nicolás Retes sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires
Queridos amigos de Oleada joven, el evangelio de hoy nos invita a vivir realmente en la libertad. Nos hace tomar conciencia que las buenas obras que hacemos, nuestros comportamientos en general, tienen que estar regidos por la libertad y sobretodo por el amor, ¿no?. Si nos dejamos conducir por el Espíritu Santo siempre es más sencillo.
“Prefiero misericordia al sacrificio” va a repetir Jesús, frase que se la hemos escuchado ya varias veces en distintos evangelios, y en el fondo nos invita a no poner el acento en el cumplimiento sino en la libertad, en el amor, en buscar realmente las cosas de Dios, primero el reino y luego obrar en consecuencia.
Frente a la acusación de que los discípulos hacen lo que no está permitido en Sábado, Jesús se defiende y defiende a sus compañeros dejando bien en claro que el hijo del hombre es dueño del Sábado. Primero está la dignidad humana antes que el cumplimiento de distintas leyes.
Esto no quiere decir que no haya que respetar la ley, que no haya que cumplirla, pero muchas veces hay situaciones especiales, siempre hay que tener primero en cuenta a la persona y después el simple cumplimiento.
Que el Señor nos regale un espíritu de libertad entonces para poder hacer buen uso de este Don tan grande que nos ha regalado.
Que no nos quedemos cómodamente en estructuras ya armadas, que no nos refugiemos bajo la expresión: “siempre se hizo así”.
Que el Señor nos regale un verdadero espíritu de libertad.