Soñas con Dios ¿en dependencia o comunión?

jueves, 27 de julio de
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Tenes que saber una cosa: ¡Con Dios se sueña en comunión!.

Muchas veces hemos escuchado decir “Hay que buscar la voluntad de Dios, lo que Dios sueña para mi vida, los planes de Dios para mi”, pero te pregunto y te pido que seas sincero ¿creíste de entrada que lo que Dios sueña para vos en realidad lo sueña con vos? ¿no te sonaba un poco a algo diferente a lo que vos querés? ¿a algo que a lo mejor se te está imponiendo y te hace “menos libre”?, dejame decirte una cosa, nuevamente: ¡Con Dios se sueña en comunión!. Para aquellos que hemos probado lo bueno que es Dios inevitablemente tenemos el deseo de seguirlo cada vez más, por la sencilla razón de haber descubierto que lo que Él ofrece ¡siempre va a ser mejor!, entonces de repente alguien benditamente nos abrió los ojos comentándonos esto de que Dios ha soñado un plan para mi desde antes que naciera, y en esa tímida búsqueda que emprendemos se nos olvida que “El padre sabe lo que necesitan sus hijos antes de que ellos se lo pidan”(Mt. 6,8) nos olvidamos que Dios es Padre y lo hace todo para el bien de los que lo aman (Romanos 8,28), nos olvidamos que lo que Dios sueña para nosotros es lo mismo que nosotros soñamos cuando andamos buscando aquel proyecto desde Él.

La paternidad de Dios no es una relación de dependencia, sino de comunión: “común – unión”, camina con vos, busca con vos, llora con vos, rie con vos, la paternidad de Dios se basa en la libertad, respeta incluso que elijamos caminos equivocados pero desde su libertad como Padre también nos sale al encuentro para decirnos: ¡Volvamos hijo al camino que soñamos juntos, no te preocupes si sentis que no lo estas encontrando o no lo estás haciendo bien, mientras estés en mis manos jamás vas a estar perdido y sobre renglones torcidos se volver a escribir, volvamos hijo al camino, abrime más tu corazón y creeme de una vez por todas que para vos quiero lo mejor, se que te cuesta ver y oír muchas veces, pero no voy a permitir que te quedes estancado, naciste para ser pleno.”

Estoy llamado a ser cuando estoy con mi Padre, sólo en Él está el proyecto, debo reconocerme hijo y dejarme alcanzar por su amor para poder de verdad construir el proyecto de vida que soñamos (y que Él mismo me irá inspirando) sobre roca, para esto es necesario romper todos los esquemas, sólo así podremos reencontrarnos con Él sin ninguna atadura.

Si vos que estas buscando el sueño de Dios para tu vida pensaste que lo que Dios sueña para vos es algo diferente a tus anhelos más profundos de tu corazón dejame decirte que estás en un error, para los que nos dejamos en sus manos y estamos constantemente preguntándole a Dios que quiere de nosotros tenemos que estar seguros de que “Dios nos hace anhelar lo que desea regalarnos y que Él no inspira deseos irrealizables” (Teresita de Lisieux). En cambio, si todavía seguis con miedo de adentrarte a esta aventura de jugarte un futuro junto con Jesús, te invito a que puedas volver a construir una relación de amor con el Padre, relación sincera, de “tú a tú”, esa relación que no da lugar a la culpa porque lo nuevo nos espera.

La luz nueva que nos trae el Señor genera una cierta incomodidad hasta que mis ojos interiores van abrazando esa luz. Dios en su misericordia va transformando tu alma, aquella humanidad depremida y autodestructiva está llamada a otra cosa, está llamada a los brazos del Padre, en ese vínculo con Dios, lo que uno proyecta está dentro de lo que Él planea para nosotros y hay una novedad que nos espera.

Hay que crecer dando pasos en fe y confianza, discirniendo y rezando. Es cierto que este camino desconcierta, porque uno pierde incluso el control del “escenario de nuestra vida”, lo que Dios sueña siempre redobla nuestra apuesta y es inimaginable la magnitud y desmesura de aquello que nos espera. Tenemos que animarnos a salir de la costumbre para dar realmente el paso en fe, dejar que Dios nos lleve a lo nuevo, creyendo como Abraham aún sin entender muchas veces.

Creele a Dios tu proyecto, soltá tus prejuicios y lo que sabes de vos hasta ahora, porque ni siquiera vos te conoces completamente, mas allá de cualquier proceso espiritual o terapéutico nos conocemos poco, solo Dios nos conoce en totalidad, fue Él el que te formó y dió aliento de vida, entonces (como diría un buen amigo) “no le des ideas al que tiene todas las ideas”.

Ante esta desmesura nos sentimos pequeñitos e incómodos hasta que nos familiarizamos con lo nuevo que Dios nos quiere regalar, pero nunca dudes… que con Dios no se sueña en relación de dependencia sino en ¡Comunión!  

Noelia Viltri