Dios cubre nuestra fragilidad con su amor

miércoles, 16 de agosto de
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Dios, en aquella noche santa de la Navidad, haciéndose carne, quiso hacerse don para los hombres, se dio a sí mismo por nosotros. Dios hizo de su Hijo único un don para nosotros, asumió nuestra humanidad para donarnos su divinidad. Este es el gran don. Este intercambio desproporcionado acontece sólo porque Dios siendo inmenso se hace pequeño. Con la Encarnación Dios no ha donado algo, sino que se ha donado a sí mismo.

 

Dios asumió toda nuestra condición humana, incorporó nuestra pobreza, nuestras contingencias, para decirnos que la salvación que Él traía en Jesús toca al hombre en cualquier situación. Dios asumió la condición humana para sanarla de todo lo que la separa de Él

 

El Señor mira con compasión nuestra débil y frágil condición y nos invita a mostrarnos ante Él así como estamos. Para dejarte encontrar por su mirada de misericordia Él te invita a mirarte con autenticidad, sin máscaras. No lo hace para desnudarte, sino para cubrir tu fragilidad con la espesura de su amor.

 

Cada uno de nosotros tiene ese costado de debilidad y vulnerabilidad, el menos amado y querido, el que reconocemos que no es nuestra mejor carta de presentación. Sin embargo, es lo que Dios busca y con lo que quiere encontrarse: porque sabe que si llega con su mirada a nuestros infiernos, puede con lo que nosotros no podemos e iluminar con su luz. Sea lo que sea que hoy te toque vivir de límite o dolor, el Señor quiere llegar hasta allí para hacer de vos un nuevo pesebre y brille la luz.

 

Que puedas vivir esta experiencia maravillosa de ser visitado por Dios y abrazado por su misericordia en tus lugares más pobres y vulnerables.

 

Javier Soteras