Como el cordero perdido
asustado en el campo,
que se encontró
con su madre
en medio de la noche oscura,
así me siento Señora Mía
madre de mi corazón.
Me acogés y me recibís
me abrazas, me das amor
porque Jesus me ha encontrado
y en tus brazos hoy me dejó.
Mientras Él va por otras
que asustadas están.
No saben que Él las busca,
a nadie deja perdido
al menos que no se deje encontrar.
Pero nunca se da por vencido,
cargado de misericordia
vuelve siempre,
una vez y otra vez más.
Hoy soy la oveja perdida
que en sus hombros Él cargó.
Gracias por venir por mí
gracias por traerme a la vida.
Con vos
ya no hay más temor
se fue el frío de la noche
y mi alma se inundó de amor.
Y en los brazos de María
la noche se hizo día
se llenó de luz mi corazón.