Estar junto a Él – P. Ángel Rossi

jueves, 14 de septiembre de
image_pdfimage_print
Dentro del seguimiento del Señor decimos que la espiritualidad ignaciana es una espiritualidad de seguimiento del discípulo, de aquel que escucha el llamado y lo sigue sirviendo, encontrando el lugar donde el Señor nos pone para el servicio. Por eso buscamos la voluntad de Dios para seguirla.

 

En esta etapa de los ejercicios el seguimiento se hace más difícil porque ya no seguimos a un Señor fascinante sino a un Señor desconcertante, silencioso, que ya prácticamente no habla. A medida que nos vamos acercando hacia la Cruz, el Señor se va silenciando, y el que es la Palabra se hace silencio.

 

Hoy les propongo rezar con la Pasión, la propuesta es acompañarlo al Señor. Nos ponemos al lado de Él en actitud de servicio. Uno puede imaginar que tratamos de suavizar las penurias del Señor y la composición de lugar puede ser cualquiera de las escenas de la pasión. Al ir recorriendo y haciendo una lectura serena, nos quedamos “allí donde encuentro gusto”, donde siento que me hace bien y que me podría quedar dándole vuelta al tema y conversar con el Señor, para reflexionar sobre mi vida.

 

(…) Otras forma de meditar es estar frente al Señor, junto a Él. Uno puede imaginar una escena, un Jesús sentado en un patio solito en el momento que va hacia la cruz o en el momento que es crucificado… quedarnos junto a Él, mirarlo, permanecer a su lado y hasta les diría que suelten los textos. Uno los lee y después los deja y se queda frente al Señor en cruz y permanece a su lado pobre y silenciosamente, y dejar que fluya lo que salga. Para unos fluirá el agradecimiento, para otros surgirá la petición, para otros el pedido de perdón, para otros el deseo de servirlo. El desafío es ir allí y ponerse frente a Él.

 

Van der Meer, poeta holandés, cuando habla de su conversión en “Nostalgias de Dios” la define de esta manera: “el viernes santo entre las doce y las tres de la tarde, encontré todas las respuestas a las grandes preguntas de mi vida”. A ésta conclusión el poeta la obtuvo sentado frente a la cruz de Jesús en Notedrame, la Catedral de París.

 

Algún autor dice que Cristo en cruz es como un libro abierto que tiene una palabra para mí, y se pregunta el autor por qué no vamos más seguido a leerlo, a buscar la palabra que el Señor desde la cruz tiene reservada para mí. Ésta es otra forma, quedarnos frente a la cruz y dejar que el Señor nos consuele, nos de fuerzas, nos anime, que nos llame, que nos sostenga… lo que a cada uno le brote del corazón. Dejar que fluya el sentimiento y poder decírselo al Señor con nuestras palabras.

 

 

 

 

Padre Ángel Rossi

Fragmento del día 17 de los Ejercicios Ignacianos en Radio María

 

Oleada Joven