Evangelio según San Juan 19,25-27

viernes, 15 de septiembre de
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Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”.  Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa. 

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Nicolás Retes sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

 

¡Queridos amigos de Oleada Joven ! Celebramos hoy la memoria de los dolores de nuestra Madre, la Virgen María conocida con, el nombre, mejor dicho de Nuestra Señora de los dolores.

 

Siempre que celebramos a la Virgen, mencionamos que es causa de nuestra alegría, pero en este caso, el acento lo estamos poniendo en todo aquello que ella tuvo que padecer, justamente en la cruz, ¿no? al ver a su hijo que ha entregado su vida por cada uno de nosotros.

 

Y en el texto que recién escuchábamos, que es una de las posibilidades de que pueden leer hoy en la liturgia, nos presenta, no solo a María a los pies de la cruz, sino al discípulo amado. Esta entrega que hace Jesús, mutua, de la madre al discípulo amado y viceversa.

 

En ese discípulo amado, nos encontramos nosotros también. A lo largo de las generaciones se va leyendo este texto y es lindo pensar que ese discípulo a los pies de la cruz es cada uno de nosotros, que al lado de María la recibimos también nosotros, como nuestra propia madre, nos la entrega Jesús.

 

Pedir en este día entonces la gracia de poder contemplar esta escena. Imaginarnos a Cristo Jesús, a María, a nosotros en la figura de este discípulo amado y también tomar conciencia de este regalo que nos ha hecho Cristo, que es la vida eterna, la posibilidad de irnos al cielo con El. Para esto tuvo que sufrir mucho y lo ha hecho por amor.

 

Que el Señor nos regale la gracia entonces de comprender y poder vivir en consecuencia al amor que hemos recibido del Señor.

 

 

Oleada Joven