Decidí amar y ser feliz

viernes, 20 de octubre de
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Reconozco en todo instante

una gran energía en mi interior. 

Es como un gran motor

que me ayuda a vivir

y que me impulsa a amar. 

 

 

Siento con mucha fuerza 

que mi gran necesidad

y mi más importante tarea hoy

es aprender a amarme a mí mismo. 

 

 

Siempre me han enseñado y repetido

que yo debo amar a otros,

a todos quienes me rodean, 

a mis amigos y enemigos, 

a los que están lejos y a los que están cerca. 

 

 

No me han dicho tanto, por desgracia, 

que yo debo amarme a mí mismo, 

que debo conocerme, aceptarme, valorarme,

y vivir contento en mi propia piel. 

 

 

Me repitieron que debía negarme, rechazarme,

despreciarme y humillarme a mí mismo,

para dejar contento a Dios. 

 

 

¡Como si la grandeza de Dios

se alimentara de la pequeñez del hombre!

No me dijeron con la misma insistencia

que yo era una maravillosa obra de arte,

hecha con paciencia y con ternura

por el gran artista del universo. 

 

 

Me ocultaron que Él me amaba locamente

y que conocía todos mis detalles. 

 

 

Con virtudes o defectos, 

enfermo o sano,

alto o bajo, 

inteligente o flojo,

no me importa

siento que Dios me ama

de una manera inusitada. 

 

 

Y por eso desde hoy

emprendo el camino de mi amor. 

Quiero amarme.

He decidido amarme. 

 

 

Con gracia o con pecado,

con aciertos o con fracasos,

piadoso o ateo,

agnóstico o creyente,

con limpias historias del pasado

o con tenebrosas realidades del presente,

necesito amarme. 

 

 

Y al amarme reconozco, entusiasmado,

la hermosura profunda que hay en mí:

son las huellas digitales de Dios

las que están impresas en mi alma. 

 

 

¡Dios es fantástico y es sabio!

 

 

Haré minuciosamente

el inventario detallado

de tantos dones que de Él he recibido.

 

 

Todos los días y a cada rato

Él me hace algún regalo. 

Dios no ha sido jamás

mezquino conmigo ni con mi historia. 

Al revés: siento mucha emoción

al contemplarlo tan bueno y generoso. 

 

 

Padre Miguel Ortega

 

Milagros Rodón