Jesús resolvió partir hacia Galilea. Encontró a Felipe y le dijo: “Sígueme”. Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encontró a Natanael y le dijo: “Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret”.
Natanael le preguntó: “¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?”. “Ven y verás”, le dijo Felipe. Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: “Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez”. “¿De dónde me conoces?”, le preguntó Natanael. Jesús le respondió: “Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera”.
Natanael le respondió: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”. Jesús continuó: “Porque te dije: ‘Te vi debajo de la higuera’, crees . Verás cosas más grandes todavía”. Y agregó: “Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.”
Palabra de Dios
P. Nicolás Retes sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires
¡Sigueme! Esta palabra resuena en nuestros corazones.Dios siempre nos invita a un proyecto nuevo, siempre nos invita a seguirlo más de cerca.
¿Por qué? Porque confía en nosotros, nos conoce en profundidad.Queridos amigos de Oleada Joven, luces y sombras hay en nuestro corazón, aciertos y desaciertos, sin embargo, el Señor no se fija en eso, muy por el contrario, como nos ama, nos ha regalado un proyecto de vida.
Nos invita siempre a más, dejar de lado los miedos, sumarnos a navegar mar adentro.¿De dónde me conoces? nos conoce desde el principio, antes de que naciéramos ya fuimos soñados por Dios.Pidamos en este Viernes 5 de Enero la gracia de poder responder con alegría:
A los planes.A los proyectos.A la voluntad de Dios
Hermoso pasaje del Evangelio según San Juan que compartimos en este tiempo de Navidad que relata nuestro propio caminar, el caminar de un discípulo que quiere profundizar y conocer más al Señor. Siempre hay alguien que nos lo señala, como Juan el Bautista, y nos dice “Este es el cordero de Dios”, siempre hay alguien que es nuestro camino nos llevó a nuestro primer encuentro con el Señor. Puede haber sido nuestro papá o mamá, algún catequista o docente y nosotros emprendimos el camino del seguimiento, camino que tiene que ver con el carisma de Jesús. Él camina, dice el Evangelio que Él pasaba. Jesús pasa, acontece en la vida de las personas y se da cuenta de que hay alguien siguiéndolo porque nos conoce y él tiene que ver con este encuentro. Y por eso nos pregunta “¿Y vos que querés?” como lo hizo con estos dos discípulos. El corazón se nos conmueve cuando sentimos que este Dios hecho hombre, encarnado, nos tiene en cuenta, nos elige y quiere facilitarnos el encuentro con él.
Maestro, ¿dónde vivís? queremos saber más y acercarnos más a tu corazón para ver qué traes al mundo. Queremos saber del misterio de tu presencia aquí entre nosotros. “Bueno, vengan y lo verán”, hay que ir y ver. Dar un paso y de decir que sí. No es un solo paso, sino munchos. En nuestra historia de fe hay muchas misas, encuentros, participación en un grupo, colaboración en experiencias solidarias, confesiones inolvidables, adoraciones y momentos que compartimos con otros hermanos en los que nos hemos ido encontrando cada vez más con Dios vivo y nos quedamos con él no solamente ese día sino todos los días y nos ha dado ganas de comunicar esa experiencia.
Todo esto tiene que ver con Jesús y cada uno lo podría relatar a su manera. Yo hoy te invito a que lo hagas vos a tu manera, que lo cuentes, que lo escribas, que lo pienses y se lo digas al Señor agradeciéndole por este caminar, por estos momentos que se han transformado en historia y que nos constituye en discípulos y misioneros de su presencia.
Que el Señor te bendiga hermano, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.