La sonrisa de David no tiene comparación y no es fácil entender la razón de su alegría. Viene de vivir una vida muy dura, totalmente limitado por su discapacidad, apenas puede mantener el equilibrio al caminar y habla con dificultad, sin embargo, su ojos brillan con una intensidad que sorprende. Si me preguntan ¿de dónde viene esa alegría tan contagiosa?, la única explicación que tiene sentido para mí, es de su relación personal con Jesús. Si lo vieran a las 6 de la mañana en la Capilla, ¡en una actitud de recogimiento y oración digna de un monje! Con su sonrisa pícara que delata la felicidad de estar en presencia de su gran amigo. Nadie le dijo que tiene que ir a la Capilla, sin embargo, para él es totalmente natural. Aunque racionalmente no es capaz de entender muchas cosas, su corazón inocente irradia paz y alegría a todos los que lo rodean. Tiene una conciencia de Dios increíble, cuando hacemos algo que no está bien (así sea en broma), nos dice: “El Padre te va a retar”, tratando de persuadirnos para que nos comportemos bien porque Dios nos está mirando y es como si nos dijera: “a Dios le duelen tus incoherencias”, ¡es un llamado a la conversión constante!
Paula L.
Puntos Corazón, Chengalpet – India