Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para darles de comer?”. El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan”.
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?”.
Jesús le respondió: “Háganlos sentar”. Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada”. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.
Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: “Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo”.
Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.
Palabra de Dios
P. Nicolás Retes sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires
Este milagro que hace Jesús, queridos amigos de Oleada Joven, tiene sin duda que ver con la abundancia, con esa compasión que Jesús siente cuando ve, a su pueblo que no tiene para comer, pero no solamente se trata de alimentar al pueblo de Dios, sino, es un signo de que el reino está entre nosotros.
Por eso Jesús hace, TREMENDO MILAGRO, multiplicar los panes, de esos 5 panes de cebada y esos 2 pescados que el texto, según san Juan nos relata hoy, solamente la gente termina reconociendo, o al menos, muchos de ellos, que “este” es el profeta que debe venir al mundo, que es “El mesías”.
Jesús busca entonces dar SIGNOS de la presencia del reino, pero, también se cuida, de que no lo quieran usar, el texto termina diciendo, que Jesús termina apartándose para evitar que lo nombren rey, para que lo empiezen a titular..(…) Y Jesús es otro tipo de rey, “distinto.”El busca reinar en nuestros corazones.
Por eso siempre que estemos con Jesús vamos a tener abundancia, pero, la imagen que tenemos que tener de Dios , no es de un dios milagrero, que simplemente “nos da”, “le pedimos y el nos da”.
Eso es verdad y es un aspecto de nuestra relación con El, pero no es el más profundo, el más profundo debe pasar por nuestra filiación con Dios.
SOMOS HIJOS DE DIOS POR EL BAUTISMO, reconocerlo a Jesucristo nos lleva sin dudaa una vida más plena, se nos abren todos los caminos. O mejor dicho, se nos abre el único camino, el verdadero a la salvación, ese camino que verdaderamente nos importa.
Por eso la importancia del reino, por eso los signos que Jesús realiza. El problema es cuando se toman algunos de los signos de Jesús en exclusivo como para decir que: “Esto es lo más importante” y no, son aspectos que nos va mostrando que estamos frente al Hijo de Dios.
Pidamos al Señor en este día entonces, la Gracia de renovar nuestra Fe. La Gracia de renovar nuestro seguimiento, de reconocerlo a El como nuestra verdadera y únicariqueza.