Evangelio según San Marcos 12,1-12.

lunes, 4 de junio de
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Jesús se puso a hablarles en parábolas: “Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía. Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías.

De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes. Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros. Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: Respetarán a mi hijo’. Pero los viñadores se dijeron: ‘Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra’. Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.

¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros. ¿No han leído este pasaje de la Escritura: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?”. Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 

 

 

 


P. Héctor Lordi sacerdote de la Orden de San Benito del Monasterio de los Toldos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cada vez se va haciendo más grande la distancia entre Jesús y los representantes oficiales de Israel. Hasta que se llega a una ruptura y lo van a condenar a muerte. En este evangelio tenemos la parábola de los viñadores homicidas. Es una comparación. Y con esta comparación Jesús quiere hacer ver a los dirigentes judíos lo que hicieron con él. Por eso Jesús es valiente. Cuando tiene que decir las cosas las dice, cuando tiene que enfrentarse se enfrenta, aún sabiendo que se juega la vida.

En el AT hay una alegoría de la viña aplicada al pueblo de Israel. Es del profeta Isaías que tiene un poema sobre la viña que no daba los frutos que Dios esperaba de ella. Y esa viña simboliza a Israel. Aquí en el evangelio Jesús dramatiza todavía más. Hace notar con claridad el rechazo y los asesinatos sucesivos, hasta llegar a matar al hijo del dueño de la viña. Y en esta imagen el hijo del dueño de la viña es Jesús. Es un drama que sucedió con el rechazo de Jesús. Se deshacen del Hijo. Y sabemos bien que lo matan condenándolo a la muerte de cruz. Era la muerte que daban a los más peligrosos asesinos.

Podemos hacernos algunas preguntas que nos ayuden para la vida. Nosotros no matamos al Hijo ni le despreciamos, pero siendo sinceros, tampoco lo seguimos con todas las pilas. Nos cuesta jugarnos del todo, por eso andamos a media máquina. Como cuando se juega un partido amistoso. No se quiere arriesgar mucho para no golpearse, entonces se juega a media máquina. Solo cuando hay plata de por medio juegan con todo, juegan con pasión. Sino no arriesgan, porque no quieren golpearse. Podemos preguntarnos si estamos dando frutos. ¿Somos una viña que da los frutos que Dios espera? ¿O damos pocos frutos cuando podríamos dar mucho más? Deberíamos hoy preguntarnos si somos viñas fructíferas o estériles. La Palabra que escuchamos debería ayudarnos a producir en nuestra vida muchos más frutos que los que producimos para el bien de los demás, empezando por nuestras familias.

Tratemos de dar muchos y buenos frutos en nuestra comunidad, en nuestra familia, en nuestros hogares. No seamos una carga, no seamos zánganos, no seamos un peso. Seamos bendición para nuestros seres queridos.

 

 

 

 

Oleada Joven