Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.
Palabra de Dios
P. Matías Burgui, sacerdote de la Diócesis de Bahía Blanca
El evangelio que compartimos hoy continúa el capítulo 7 de San Mateo, del versículo 15 al 20. Vemos a Jesús que se dirige a sus discípulos en este casi final del sermón de la montaña y habla de los profetas. El profeta es aquel que dice algo en nombre de alguien, el que anuncia una noticia y muchas veces denuncia una realidad. Bueno, hoy el Señor, en sintonía con la Palabra de ayer, nos invita a saber discernir. Por eso te propongo detenernos en algunos puntos:
En primer lugar, cuidate de los falsos profetas.
Jesús dice expresamente eso: “tengan cuidado de los falsos profetas”. El Señor te previene. Es bueno estar atentos a estos “profetas de desgracias” que tantas veces aparecen. Son esas personas que nos vienen a traer un mensaje que no es de Dios, esos que parecen como buenos, como si te estuvieran haciendo un bien, pero que no se comportan como tales. La palabra dice que son lobos con piel de oveja. Hay mucha gente que a lo mejor en tu vida aparece y va dejando cizaña, rencor, tristeza, miedo, pesimismo, a contarte un chusmerío, a poner palos en la rueda. Y estate atento, porque no necesariamente tienen que ser personas cercanas, a veces hasta los medios de comunicación son falsos profetas. Por eso, pedile a Dios un buen discernimiento, no des oído a esas cosas, no dejes entrar en tu corazón y en tu mente aquello que te estropea y que te aleja de Él. Y si el otro se da cuenta de su error, perdónalo y dale otra oportunidad.
En segundo lugar, vos también sos profeta.
Acordate que en la Palabra, aquel que lleva el mensaje de Dios es un profeta. El profeta es llamado, el profeta tiene una misión. Y es verdad, el profeta no tiene un camino fácil, pero vive en la certeza de estar acompañado y sostenido por Dios: “irás a donde yo te mande y lo que te mande proclamarás”, le dice Dios a Jeremías. Por eso, vos también tenés que descubrir cuál es la misión que Dios te está dando, cuál es tu llamado y ponerte en camino para anunciar lo que Dios hizo por vos. Convertite en un profeta de bendición, que a donde vayas, quede la presencia de Jesús, predicá con el ejemplo, volvete profeta de unidad y de alegría. Tratá de reconciliar siempre.
En tercer lugar, por los frutos los reconocerán.
Esta frase me parece una de las más lindas y ricas del Evangelio. De esto se trata el discernimiento, ¿no? De reconocer el paso de Dios en tu vida y en la de los demás. ¿Y cómo reconozco la voluntad de Dios? Bueno, el Señor te da la clave: por los frutos. Mirá, si cada vez que estás orando, discerniendo (que no es algo que hay que hacer a las apuradas), si después de estar delante de Jesús meditando una decisión, te quedás con paz y alegría en el corazón, probablemente eso venga de Dios. Si, por el contrario, te quedás con angustia, con tristeza, con ansiedad, fíjate porque capaz no lo sea. Dios no juega a las escondidas con vos, te da señales. Pedile la gracia de reconocerlas y convertite vos también en una señal para la vida de tus hermanos. Creo que es importante descubrir que, si lo buscás a Dios, vas a dar frutos cuando Él quiera. No pierdas nunca esto de vista.
Que tengas un buen día, y que la bendición de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.