Evangelio según San Mateo 8,18-22

viernes, 29 de junio de

Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. Entonces se aproximó un escriba y le dijo: “Maestro, te seguiré adonde vayas”. Jesús le respondió: “Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. Otro de sus discípulos le dijo: “Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre”. Pero Jesús le respondió: “Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos”.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 

 

 

 

 


 P. Héctor Lordi sacerdote de la Orden de San Benito del Monasterio de los Toldos

 

 

 

 

 

 

 

Hemos escuchado en el evangelio unos relatos de vocación. Vocación viene del latín “vocare” que significa llamado. Son los llamados que hace Jesús. El primero es un maestro de la Ley y, luego, uno que ya era discípulo. Jesús les hace ver a ambos que su seguimiento va a ser difícil. Les dice con claridad que él no tiene dónde reclinar la cabeza. No deben esperar ventajas materiales, porque Jesús sigue una vida pobre, una vida de misionero itinerante, desarraigado y austero. No tiene nada, ni dónde reclinar la cabeza. Al otro que ya era discípulo, Jesús le pide que lo siga más de cerca. Y como es medio vueltero, le dice que deje «que los muertos entierren a sus muertos» y lo siga con prontitud. No es que no quiere que entierre a su papá, sino que es una manera de decirle que no de tantas vueltas y que lo siga.


A los que somos seguidores de Jesús, se nos recuerda que seguirlo a Jesús de cerca, nos va a exigir desapego de los bienes materiales, incluso de nuestra familia. Seguirlo a Jesús de cerca no es fácil. Jesús no nos promete bienes materiales y éxitos según las medidas de este mundo. El mismo ha dejado su familia de Nazaret para dedicarse a su misión y caminar por los pueblos, sin establecerse en ninguno. Ése es su estilo y ése ha de ser el estilo de sus seguidores. Es exigente, pero vale la pena. Jesús no nos está invitando a descuidar a los padres o a la familia. Tampoco, a que dejemos sin enterrar a los muertos. Sería inhumano y cruel. Es una manera de hablar para resaltar algo. Con esas dos afirmaciones, que parecen chocantes, está queriendo decir que su seguimiento es exigente, que pide decisión absoluta, que debemos estar dispuestos a ser peregrinos en la vida, desprendidos de todo, y no instalados en nuestras comodidades.


Se trata de seguir a Jesús con poco equipaje, sin apegarnos tanto a las cosas materiales. Esto lo sabemos muy bien cuando viajamos, si vamos con muchas valijas se hace más complicado. Sabemos que es difícil viajar con muchas valijas. Hay que dejar cosas que están de más o comodidades egoístas. Esto lo saben bien quienes renuncian a su comodidad para dedicar su tiempo al apostolado, o a la catequesis, o a la misión, o como voluntarios en acciones de asistencia a los más necesitados. Pero no miremos solo la renuncia. Si miramos solo la renuncia nos puede bajonear. Lo que da sentido a la vocación es la elección o la opción. Y esa opción es Jesús que nos llena de alegría. Miremos la felicidad que produce optar por Jesús. Miremos también la felicidad que produce hacer algo por los demás. Hay ideales por los que vale la pena sacrificarse. El seguimiento de Jesús va en esta línea de decisión generosa. Si bien dejamos comodidades por Jesús, él siempre retribuye con mucha generosidad, más de lo que esperamos. Hagamos la experiencia, les aseguro que vale la pena.

 

Oleada Joven